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DE LA RE\'OL CION DE l 'GLATEHHA.
f"
'l
mento,
y
fue obedecido. Nombró en fin una junta encargada de negociar
en Lóndres un empréstito sin indicar su empleo, é hizo partir para York
omi ionado , ricos
y
acreditados g ntil-hombres de provincia, con ór–
uen de residir junto al rey
y
de dar cu nla á Ja cámara de cuanto pasase
n derredor suyo.
La firmeza de los comisionados fue igual á los peligros de su situa–
cion :
«
eñores, les dijo el J'ey, ¿qué vení
á
hacer aquí? Os mando que
o volvai ; si me.desobedeceis, cuenta con lo que os espera; fuera soca–
liña é intriga ,
ú
me obligareics
á
tornar severas medidas.
1>
Respondie–
ron Jo comisionado con mucho re peto,
y
se qu'edaron á pe ar de verse
in ultados todos los días, amenazados con frecuencia
y
rara vez libres de
salir; pero ob ervaban por bajo mano cuanto pa aba,
y
daban parle á Ja
ámara. En York todo estaba en movimiento como en Lóndres; el rey
empezaba
á
levantar un cuerpo, valiéndose del celo de Jos gentil-hombres
tia lo alrededores. La reunion fue grande y bulliciosa; se re ibieron con
a )amaciones la palabra del re ,
y
fueron silbados los comi ionados del
parlamento. P ro el mismo dia llegaron en número de muchos miles los
terrateniente arrendatario , que segun dijeron, venian
á
usar del mis–
mo derecho de deliberar sobre lo asuntos del condado,
y
se presentaron
á
la puerta de Ja sala donde estaban reunidos los realistas. Se les pro–
hibió la entrada, pero se reunieron en otro punto,
y
protestaron contra
la medidas de que oían hablar. ·La nobleza misma se dividió;
á
la propo-
i ion de levantar un cuerpo, respondieron negativamente
y
firmaron su
opinion cincuenta gentil-hombres :
á
su cabeza se leia el nombre de sir
Tomá Fairfax, jóven todavia desconocido, pero el mas animoso
y
sin–
cero de Jo palriotas del pais. Intimado Cárlos, anunció una nueva reu–
nion á que serian convocados todos Jos terratenientes : se les prohibió
asi tir á ella
á
Jo comisionados del parlamento, pero todo iban
á
pedir-
1e con
~o.
Ma de 40,000 hombres se reunieron en Ja llanura de Hey–
' orlb- loor, uno
á
pié, otros
á
caballo, todos de las clases productivas
de Ja ooiedad.
o tardaron los cabal.eros en ver que circulaba una peticion, desti–
nada
á
onjurar al re
á
que depusie e toda idea de guerra se enten–
die e on 1parlam nto. Prorumpieron en invectiva
y
amenazas, se di–
rigí ron viol ntamente sobre lo grupos, arrancaron la copia de Ja pe–
ticion
á
lo qu Ja leían, declararon que el re no la recibiria. Llega
n aquel in tanle árlo lleno de inquietud no abe que decir á un gen–
tío cu a pre. fin ia turnullo eran suuciente para desconcertar la inbá-