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111 TOIHA

l'as sin su concur o podian declarar lo pres ·rilo por 1

y

y en fin que era

lícito y ju lo olioitar por medio de peli ione 1 ambio de e latulo , i

bien debia ser de oida, como falta de·objeto, la que t ndie e

á

su o -

tenimiento.

pe ar de la incertidumbre y de la diver11idad de antiguo ejemplo ,

tale máximas, erigida en derecho público ypermanente eran ontraria

á

los fundamento hi tórioo , al e lado regular, yá la mi ma exi t noia d

la monarquía. Aprovechó e de ello el Tey, hablando á u voz en nombre

{le la antigua Inglaterra, de su leye y de su re uerdo . e encargaron

de su causa abio deí' nsore . Eduardo Byde, re idente toda la n Lón–

dres, redactaba por si ó de concierto conFalkland re puesta

á

todas l

publicaciones del parlamento. Llevábanla al re uno fielo men ajero ,

y

este la copiaba por la noche de su misma letra para que no fue e ono i–

do el autor, y las publicaba de pue en nombre de u on ejo. E crita con

arte y claridad, y alg·una vez on irania, tendian

á

pre entar al vivo las

sutileza , Jos artificio

y

la ilegalidad de la preten ione 'del parlamento.

Ya no gobernaba Cárlos ni podía defender ninguna tiran'1a actual : le J)ra

dable di ·imular u principio oculto , u e paranza de pótica , invo-

ar á la ley contra oemigo , on ·t1tuidos

á

u vez en dé pota . Fue tal

el efecto de las publicaciones reale , que el parlamento hizo cuanto pudo

para acallarlas. mientra el rey hacia por el contrario imprimir junto

á

sus re pue

tas

lo men aje de aquel. Aumeotába e ince antemente 1

partido reali

la :

no tardó en

enardecer~e

y

en volver contra u enemi–

gos las arma mi mas de la libertad ; Jorge Benyon, rico comerciante do

Lóndres dirigió á la cámara baja una pelicion ontra u decreto sobre la

milicia,

y

mucho ciudadano la firmaron.

Lo gentil-hombres del andado de Kent e reunieron para reda lar

una en favor de la prerogativa del epi copado ; ra de notar que al–

guno repre entaute del pueblo, entre otro sir Eduardo Dering, primer

autor del bill onlra lo obi po , eran lo que pro acaban abiertamente

tale pa os. Ciroulaban con gran fa or lo folletos reali tas eran nota–

bles por la elegancia la sátira de u tono : basta entre el pueblo encon–

traban acogida los sarca mo contra lo jefe de la cámara baja ; e ha–

blaba con befa del

rey Pym,

del azú ar que en otro tiempo babia recibi–

do de regalo, de la

10,000

libras esterlinas de

las arcas del 'l'ey,

que

segun decían acababa de dar en dote á su hija, de la poltronería del

conde de " ar\ ick,

que tenia el corazon en las bota

,

de mil otros

dicharacho que en otra coyuntura nadie hubiera querido escuchar. Por