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In! L.\ REVOL CI ' DE fNGLATERR \.

'15"'

ci~ndo

que la lentitud de baralaba sn planes,

y

que siempre era conve–

niente tomar la delantera al enemigo. No pudiend Cárlo renunciar al

apoyo de esta dos opiniones andaba acilando entre ellas

á

fin de con–

tentarla .

Por el contrario, la ituacion del parlamento se babia simplificado,

puesto que al retirar e lo miembros reali

tas

dejaron dueñus del campo

á

su adversario politicos · todav!a resonaba alguna que otra oz, pero

reducida al tri te empeño de deplorar : nadie ontestaba una palabra.

na mayoría re uelta juzgaba la guerra como inevitable,

y

la aceptaba

osadamente, pero con mira

y

sentimientos distinto . Para salvar las

apariencias, se dió

á

un:i. comision el encargo de bu car los medio de

prevenirla,

y

aun llegaron

á

redactar e pre entar.e al rey di linta

proposicione en diez nueve artículo . Pero ínterin se aguardaba la res–

puesta, se siguió sofocando toda peticion favorable al mant9nimienlo de

la paz,

y

abierta

y

vigoro amente se hicieron apre lo militare". Cárlos

11abia ofrecido ir en persona

á

reprimir la rebehon de Irlanda, cada dia

mas violenta : su oferta fue desechada. Rehusó nombrar

á

lord War–

wick comandanle de la armada, pero, á pe ar de e Lo se le confirió el

cargo. El lord corregidor Gourney no temió hacer pública en Lóndres la

comision del rey que mandaba levantar milicias para su servicio

y

en su

nombre; al momento fne acusado, conducido á la torre, depuesto

y

reem–

plazado por Pennington, decidido puritano.

Lóndres prestó

100,0

Olibra esterlinas; se tomaron otras

100,000

de los fondo destinados

á

socorrer la 1rlanda; se abrió una su cricion

en las cápiaras,

y

se llamó sucesivamente' á todo los miembro", obli–

gándoseles

á

espresar sus intenciones. Algunos se negarou :

«

i se pre–

senta la ocasion, dijo sir Enrique Killigrewe, me procuraré un bu n ca–

ballo, un buen par ele pistola ,

y

pronto encontraré una buena causa.>>

A

poco partió para su condado, porque ya no hubiera podido pasar por

las calles de Lóndres sin in ultos ni peligros.

El

ardor del pueblo había

llegado

á

su colmo : los reali·tas de Lúndres habían quedado sumamenle

abatidos c0n la partida de sus compañeros.

Dirigió la cámara un llamamiento al patriotismo tle los ciudadanos :–

dinero, vajilla

y

alhajas, lodo fue requerido para equipar algunos escua–

drones de caballería, prometiendo el interé ele ocho por ciento. Re ona–

ban en los pul¡ itos las exbortaciones de los predicadores,

y

el l'esultado

sobrepujó todas las e peranzas. Durante diez días se llevaron

á

Gildhall

un sin número de vajillas; faltaban brazo para

recibir]~

,

y

sitio para