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dres, es cosa oatural acabarse el brío
y
olvidar8e la ira, qne son · 1as armas
naturales que el hombre tiene para sn
defensa. Por donde concluy,o, qne por
este camino de rigor
y
crueldad, más
qne
por
<?tros
medios,
vinieron los
In·
cas
á
quebrantar los brios
á
su súbdi- .
tos y ponerlos
en
Ja
estrecha
servi·
dumbre en
qne los
tenían
y
sujeción
y
rendimiento
con ·que ellos eran obede–
cidos
y
acatadm~,
que era una esclavi–
tud tan dora, q ne <:on dificultad se
puede imaginar otra mayor,
aunque
discurramos por todos los gobiernos
de }aq
genteR
<le
Q
ne
basta ahora
ten
e·
mos noticia." (103)
La admirable página
que
hemos
trascrito nos releva de
in~istir
sobre
ésto.
Así sucumbfa n
violentamente los
rüfljor preparados
para
Ja lnC'ba en el
sentido de la accjón,
y
la energía
acu–
mularla por la herencia se
perdía,
y
retrogradaba
la
raza cayendo cada
día más en la
R
byección.
El carácter del indio
forjado por
las
instituciones
incáicas
no habria na ·
cido desde un principio en
una
raza fie·
u y
altiva;
Ai
ese carácter se realizó,
foé
porque la índole nativa de la raza
lo
permitía (104),
y
porque
ya
esos
103 (lobo,
obra
citada,
tomo
nr,
páginas
282 -
Bt.
104 «Son todos naturalmente flemáticos