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ciso no olvidar dos hechos: primero
que para uniformará todos los habi·
tantes de su dilatado imperio mezcla·
ba.n los
Io~as
pvr medio de los
miti·
maes
á
los recien
conquistado~
con sus
antiguos
súbdito~;
y
segu~do
que para
descuajar el espiritu
de
rebehón des–
truían los pueblos
y
familias en que
alentaba.
''Con todo eso, me persuado, escri·
be Cobo, que no faeran hastantAs los
medios dichos para entablar con tan·
to fundamento el dominio y sujeción
de estRs gentes, si no se aprovecharan
también de medios rigurosos con muer·
t~s
y
castigos ejemplares que fjecuta–
ban en los que intentaban
novedade~,
que en efecto, no dejaron muchas ve–
ces
d~
intentarlo por cobrar su libertad
como
hombres cuya natural inclina–
ción les llevaba á buscarla, como á los
<tem~s
del mundo. Muchos
de
estos
~ª
tigos espantables que hicieron los
Iucas están todavía muy frescos en la
memoria de los que hoy
viv~n;
que
como cosa notable io han ido recibien–
do
por tradición de padres
á
hijos
y
yo
pondré aqui dos ó
tres
de ellos.
En nn lugar junto
á
Paita mató un
In–
ca cinco mil hombres de una vez
y
para poner á.sus aúbditos mayor te·
rror
y
espanto, les hizo sacar los cora–
zones
y
cercar la fortaleza de ellos.
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