Prólogo.
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toda clase de personas, durante largos años
y
en ám–
bos mundos; donde chispean la ironía
y
el gracejo
y
fulguran terribles la ira
y
la indignacion, no siempre
por justa causa sublevadas en un pecho de agradecido
y
lealísimo vasallo, como era el del alcaide de la Isla·
Española.-Y, por último, á Francis'co López de Go–
mara,
el
más Uterato de los cronistas del Nuevo Mundo,
hasta Solís; escritor elegante, fácil
y
correcto, cáustico;
intencionado
y
atrevido en sus juicios,
y
amigo de in–
vestigar novedades, le faltaba suficiente autoridad
para defender unos
y
otras de las censuras de Gasea,
Berna! Diaz
y
el inca Garcilaso,
y
de los enojos
y
.amenazas de los conquistadores del Perú y Nueva Es–
paña, porque jamás estuvo en esos reinos ni en parte
alguna de las Indias.
, '
Pedro de Cieza de Leon reconoció en persona el ·
país, teatro de la historia que proyectaba, desde el puer-
to de Panamá
á
la costa de Arica
y
desde -las salvajes y
\
boscosas montañas de Abibe á los
de~nudos
y
argentí–
feros cerros de los Charcas
(12º
lat.
N.-20º
lat. S.),
demarcando como
exper~o
geógrafo, la variedad de sus
regiones
y
climas; situando las fundaCiones españo–
las
y
los
p~eblos
indianos; observando como naturalista
las especies más útiles y
cu~iosas,
bravías ó domésticas,
. de animales
y
plantas; describiendo como etnógrafo ó
investigando co"mo anticuario la raza, gesto, trajes,
;
'