XXIV
Prólogo.
con toda sinceridad lo que hizo ó pasó ante sus ojos;
mas, en la narracion de los sucesos acaecidos desde la
muerte del marqués Pizarro hasta el completo allana–
miento del Perú, los cuales amontona en obra de vein-
~
te
y
tantas páginas, anduvo desmemoriado con frecuen-
cia
y
calló
algun~
vez la verdad, conviniéndole callar-
. la (7). El inca Garcilaso comentó, no historió propia–
mente. Las tradiéiones de su pátria
y
real linaje ad–
quieren con su manera de decir candorosa; entu–
siasta
y
persuasiva, un esplendor
y
una grandeza tales,
que no son de creer en una tierra
y
de unas gentes
-- ganadas
y
avasalladas en tres dias por un puñado de
españoles. A tomar por lo sério sus anales de la raza
de Manco, difícilmente encontrariamos otra alguna,
semítica
6
ariana, que los pudiera presentar en época
y
condiciones análogas tan gloriosos
y
prósperos. En lo
que se refiere
á
nuestros hechos
y
sobre todo
á
las per–
sonas que intervienen
6
descuellan en el descubrimien ·
to, conquistas, guerras civiles
y
pacificacion del Perú,
se muestra má:s sensato é imparcial, aunque de cuando
en cuando ponga de manifiésto el peligro de introdu–
cir en el contexto de una historia,
y
al lado de obser–
vaciones sérias
y
fundadas,
y
como base de crítica,
recuerdos de muchacho, venerandas memorias pater–
nales,
y
dichos
y
cuentos de veteranos, camaradas, pa–
niaguados
y
amigos de la famiiia del comentarista. Eso