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XX
-
Prólogo.
ce~os
como salia de las manos de Herrera; de no bus–
carlos ántes uno á uno en las
informacion~s,
memoriales,
relaciones
y
cartas que en apretados en
vol
torios afluian
al Consejo de Indias, al de Estado y á la Cámara Real;
''trabajo deslucido, como Solís decia, pues sin dejarse
ver del mundo, consume oscuramente
el
tiempo y el
cuidado."
No hay exageracion en lo que afirmo. Herrera dejó
sus Décadas en el año de
1
55
4;
para llenar los .tres ó
cuatro últimos de lo tocante al reino peruano y alguno
de los paises vecinos, se socorrió con las extensas rela–
ciones históricas ó historia del licenciado de La Gasea
y
con la parte segunda del libro del Palentino; los de–
más, desde el de
1524,
se colmaron abastadamente con
el
trabajo inédito de Cieza. Porque el honrado aven–
turero-á costa de su salud,
y
quizá de su vida-cum–
plió lo prometído
e~
d
prospecto de su obra;
y
enga–
ñóse muy mucho
el
Sr. Prescott-y. olvidó lo que
Cieza asegura varias veces (a)-al suponer que este
"habia muerto sin realizar parte alguna del magnífico
plan que con tanta confianza se trazara''
(b).
Su crónica
está hecha,
el magnífico plan
realizado, y
el
reino que
(a)
En los caps. IV, IX, XXI, XXXVII, XXXIX,
X~I,
XLII, .
XLIX,. LV,
LXIII, LXVII, LXXXIX,
y e
de la
PRIMERA
PARTE
DB
LA
CRÓNI~A
DEL PERÚ.
(b)
LA CONQUISTA DEL PERÚ,
Adicion al libro
IV.