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ólogo.
mod.elo en su cla e,
y
e n ella el nombr de un sol ado
valiente y pundonoroso, lo afanes
y
desvelos de un
hombre honrado y de elevada mteligencia y una repu-
'
tacion de historiador más grande
y
bien ganada que la
suya. Reputacion que comenzó con un libro por ven–
tura sin par
é
inimitable
(4),
especie de itinerario geo–
gráfico, ó más bien animada y exacta pintura de la
tierra
y
del cielo, de las razas, costumbres, monumen–
tos
y
trajes del dilatado imperio de los incas y países
al Norte comarcanos, y de las poblaciones recien fun–
dadas por los españoles; fondo maravilloso del gran
cuadro de su conquista
y
de las sangrientas
y
encona–
das guerras de los
conquistador.es, cuyo relato, pre–
cedido de lo anales de los reyes cuzqueños, daba fin
á
la obra, bajo un plan que demuestra por sí solo el
ánimo, los brios
y
el talento de quien lo bosquejó
maneebo todavía.
La pintoresca de·scripcion geográfica se imprimió con
el título de L
PRIMERA P RTE DE LA CRÓNICA DEL
PE–
RÚ,
en Sevilla y el año de
I
553 (5);
el
rest~
es lo usur-
ado con tan buena maña
ó
tan buena suerte, que hasta
principios del presente siglo no supieron algun que
otro bibliófilo que exis tia realmente el libro que ·ahora
se publica por rimera
vez
en esta
BIBLIOTECA
(a).
(a)
Y sin em ar , el P. Pedro de Ag1lado, en u
Hrs
ORIA DE ANT