Prólogo.
vacilamos en decir que, despues de ser uno de los mo–
numentos históricos más bellos (quizá el primero) de
nuestra lengua, es una autoridad respetable en alto
grado respecto á los sucesos de
q~e
trata."
(a)
En
efecto, otro tanto dirá el ménos avisado de los que la
leyeren, sobre todo parando su atencion en lá habilí–
sima dedicatoria al príncipe don Felipe, donde el autor
declara cómo
y
cuándo la ha escrito,
y
pone de relieve
con magistrales formas el aprecio en que debe tenérse–
la. Y sin embargo, Zárate no es el padre de su obra sino
á medias. Ya él manifiesta al fin de la' ''Declaracion '
que va despues de la dedicatoria, que 'La
p~i~~cipal
relacion de su libro, en cuanto al descubrimiento de la
tierra, se tomó de Rodrigo Lozano, vecino de Trujillo,
que es en el Perú,
y
de otros que lo vieron;" pero no
declara que los libros
5.
º,
6.
º
y
7.
º
están tomados de
otra .relacion que no es suya, y que siguió-cosa que
no me explico-hasta eh aquellos
acont~cimientos '
que ·
hubo de presenciar, no obstante los errores que con- ·
tiene, en alguno de los cuales es imposible que incur–
riera persona de su talento
y
perspicacia (
I ).
La nrespe–
table autoridad que en alto grado" comunica á su his–
toria la circunstancia de haber sido testigo de los
~uce-
(a)
H1sTORlADOREs PRIMITIVOS DE htotAs,
t.
2.
º,
XI; Bibl. de Au–
tores Esp.,
t.
26.
0