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·
Librr¡ segundo
to
d
hacer juicio
y
justicia, que
mas,
quanto es mayor- victoria
tantas veces nos repiten los Psal -
vencer á sí
y
vencer
deinon
ios,
mos .Y Profetas. Y por esto aqui que ·vencer todo 'o
demás.
De·
principalmente conviene -em-
hemos tambien exercitarnos en
pl€ar
todos nuestros
trabajos,
oficios humildes
y
baxos, sin
nuestras fuerzas , nuestras ora-
tener · cuenta co·n el decir de las
ciones
y
exercicios.
gentes;
pues
tan poco
es
lo
que
Y particularmente conviene el mundo
pu~de
dar
ni
quitar al
· que cada
uno
tenga
muy
bien que tiene
á
Dios por su tesoro
y
enlendida su natural
condicion
heredad.
y·
sus inclinaciones ,
y
alli tenga
·
§.
VI.
siempre
mayor recaudo, donde
sintiere mayor
peligro. Y aunque
De la
reformac"ion
de la
volun·
hayamos
detener siempre
guer-
tad.
·
ra
con todos nuestros apetitos;
pero especialmente la conviene
tener
con los
deseos
de honra,
.de
deleytes
y
debienes
tempora–
les;- porque-
eo;tas
son las
tres
principalt!s €ueirtes
y
raices de
todos
los
males. Mirem0s cam –
bien no
seamos
apetitosos: eC\to
es ,
muy amigos
de que se haga
siempre
auestra
voluntad,
y
que
se
cumplan
todos nuestros
ape-.
·titos; que es un vicio muy apa–
rejado
para
grandes desasosiegos
y
caídas:
muy
familiar
á
gran–
des
señores ,
y
á
todas las per -
sonascriadas
y
habituadas en ha·
cer su
voluEltad.
Para
lo
qual
muchas veces aprovechará
exer–
citarnos
en
cosas
contrarias
á
nuestros apetitos,
y
negar
nues–
tra propia
volunta
d aun en las
c osas
lícitas;
para
q.ueasí
este·
_rnos
mas
diestros
y fáciles para
llegarla en
las ilícjtas.
Porque
no
menos se
requieren
estos ensa–
yes
y
exercicios
para
ser
dies–
tros en las
armas
espirituales,
<¡ue en
las
carnales;
sino
tanto
P
Ara akanzar esta mortifica–
cion
susodicha
ayuda
en
grande manera la
reformacioa
y
ornamento .de
la
vo1untad supe–
rior (que es el apetito racional)
la
qual habemos
de
adornar con _
estos
tres saotos
afectos
(entre
otros muchos
)
que pua
es to
sirven , que
son,
humildad
de
corazon , pobreza de
espíritu,
y
ódio
santo
de sí mesmo.
Por–
que estas
tres
cosas hacen mas
fácil el
negocio
de la
mortifica~
cion (a). La
humildad es
(como
la difine San Bernardo) ·despre·
cio de sf mesmo, que nace del
profundo
y
verdadero
-conoci·
miento de sí mesmo. A
~a
qual
vírtud
pertenece
des terrar
del
ánima
todos los
ramos
é
hijos
de la sobe.rbia , con todos los
apetitos
y
d~seos
de ' honra ,
y
ponerse en
el
mas
baxo
lu~a r
de
las
criaturas,
creyendo
que
qual·
quier otra criatura
á
quien
nues–
tro Señor diese los
aparejos
p
a–
ra bien vivir que ha dado
á
él,
los
{a)
Ser•
4~
de .dd11.Dom.med. Et sup. Cant. ser.
36.