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~41

·

Librr¡ segundo

to

d

hacer juicio

y

justicia, que

mas,

quanto es mayor- victoria

tantas veces nos repiten los Psal -

vencer á sí

y

vencer

deinon

ios,

mos .Y Profetas. Y por esto aqui que ·vencer todo 'o

demás.

De·

principalmente conviene -em-

hemos tambien exercitarnos en

pl€ar

todos nuestros

trabajos,

oficios humildes

y

baxos, sin

nuestras fuerzas , nuestras ora-

tener · cuenta co·n el decir de las

ciones

y

exercicios.

gentes;

pues

tan poco

es

lo

que

Y particularmente conviene el mundo

pu~de

dar

ni

quitar al

· que cada

uno

tenga

muy

bien que tiene

á

Dios por su tesoro

y

enlendida su natural

condicion

heredad.

sus inclinaciones ,

y

alli tenga

·

§.

VI.

siempre

mayor recaudo, donde

sintiere mayor

peligro. Y aunque

De la

reformac"ion

de la

volun·

hayamos

detener siempre

guer-

tad.

·

ra

con todos nuestros apetitos;

pero especialmente la conviene

tener

con los

deseos

de honra,

.de

deleytes

y

debienes

tempora–

les;- porque-

eo;tas

son las

tres

principalt!s €ueirtes

y

raices de

todos

los

males. Mirem0s cam –

bien no

seamos

apetitosos: eC\to

es ,

muy amigos

de que se haga

siempre

auestra

voluntad,

y

que

se

cumplan

todos nuestros

ape-.

·titos; que es un vicio muy apa–

rejado

para

grandes desasosiegos

y

caídas:

muy

familiar

á

gran–

des

señores ,

y

á

todas las per -

sonascriadas

y

habituadas en ha·

cer su

voluEltad.

Para

lo

qual

muchas veces aprovechará

exer–

citarnos

en

cosas

contrarias

á

nuestros apetitos,

y

negar

nues–

tra propia

volunta

d au

n en las

c osas

lícitas;

para

q.ue

así

este·

_rnos

mas

diestros

y fác

iles para

llegarla en

las ilícjtas.

Porque

no

menos se

requieren

estos ensa–

yes

y

exercicios

para

ser

dies–

tros en las

armas

espirituales,

<¡ue en

las

carnales;

sino

tanto

P

Ara akanzar esta mortifica–

cion

susodicha

ayuda

en

grande manera la

reformacioa

y

ornamento .de

la

vo1untad supe–

rior (que es el apetito racional)

la

qual habemos

de

adornar con _

estos

tres saotos

afectos

(entre

otros muchos

)

que pua

es to

sirven , que

son,

humildad

de

corazon , pobreza de

espíritu,

y

ódio

santo

de sí mesmo.

Por–

que estas

tres

cosas hacen mas

fácil el

negocio

de la

mortifica~

cion (a). La

humildad es

(como

la difine San Bernardo) ·despre·

cio de sf mesmo, que nace del

profundo

y

verdadero

-conoci·

miento de sí mesmo. A

~a

qual

vírtud

pertenece

des terrar

del

ánima

todos los

ramos

é

hijos

de la sobe.rbia , con todos los

apetitos

y

d~seos

de ' honra ,

y

ponerse en

el

mas

baxo

lu~a r

de

las

criaturas,

creyendo

que

qual·

quier otra criatura

á

quien

nues–

tro Señor diese los

aparejos

p

a–

ra bien vivir que ha dado

á

él,

los

{a)

Ser•

4~

de .dd11.Dom.med. Et sup. Cant. ser.

36.