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saber, el Genesis, Exodo, l.evitico, Numeros, Deuteronomio: e)
de Josue, Jueces, Ruz, los cvatro de los Reyes, dos del Panili po–
menon, púmero de Esdras y segundo llamado de Necmias:
el de Tubias Judit, Ester, Jl}b; el salterio de David, los Pro–
verbios, el eclesiastes, Ja sabiduria, el cántico de los cantieos,
el eclesiastico. Los profetas Isaias, Jeremías, Baruc, Exequiel,
Daniel, y los doce profetas menores, que son Oseas, Joel, Amos,
Abdias, Jonas, Miqueas, Naum, Abacuc, Sofonias, Ageo, Sa–
carias, Malaquias: son reconocidos tambien los dos de los Ma–
cabeos.
EN el nuevo testamento se reciben como canónicos, los
cuatro evanjelios segun S. Mateo, S. Marcos, S. Lucas y S.
Juan. Las actas de los Apóstoles escritas por S. Lucas evan–
jelista: catorce epistolas de S. Pablo, que son una á Jos ro–
mano$, dos á los de Corinto, una
a
los Galatas, una
á
los de
Epheso, una á los Philipenses, una á
los Colocenses, dos
a
los
T esalonicos, dos
á
Thimoteo, una á Tito, una
a
Philemon, una
á
los H<>breos: de S. Pedro dos cartas, tres de S. Juan, una
d e Santiago, una de S. Judas: concluye con el Apr:calipsis de
S. Juan Aposto!.
SoBitE estos
ib
s
ecreta el Santo Concilio:
"Si algu–
no, pues, no tuvies
agrad
1;1
y Cflnonicos estos mismos
libros, y todas sus
artes, segun ha acostumbrado
il
leerlos la
Ig lesia católica,
se hallan en la edicion antigua vulgata la.
tina,
y
con co ocim1ento y propósito deliberado, despreciasen
las tradiciones espresadas, sea anatematizado,"
EsTE ultimo concilio jeneral varia del canon sesenta y tres
del Laodiceno, en los libros de la sabiduria, eclesiastico, To–
bías, Judit, los dos de los Macaaeos,
y
el Apocalipsis.
Por
esto lnucencio
1
no los incorporó en el codigo
lnr>cenciano.
Hay tambien dife1·encia con el canon 24 de los Africanos, si
creemos
a
Cristoval Justelo; aunque segun opina Dionisio Exi–
guo, resulta enter!lmente
conforme el catalogo con el
Tri·
dentino. Lo que no puede negarse es que en el canon 36
del concilio Hiponense, estan omitidos los libros de los Ma–
cabeos, la segunda epístola de S. Pedro, una de S. Jucfas,
y
otra de Santiago.
EsTos hechos presentados con exactitud
y
buena
fé,
le–
jQs de
dar motivos de
crítica contra
la ultima
resolu-
.
cion de
la Iglesia. lo que prueban es, que los libros, no fu e–
ron todos unanimemenre recibidos por las iglesias particula–
res,
y
que la universal se vió , obligada
á
reconocerlos to.clos