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hubieran querido tener una decision clásica, sobre las doctrinas

que eran reprobadas-en criminales y en defensores.

FonMANDOSE un codígo eclesiastico, que tuviese por ba- ·

se y fundamento las opiniones del defensor de la primacía; era

de suprimirse el patronato. No era aislar al clero, sino cons·

tituirlo en potestad independiente y superior

á

la civil.

Sus

leyes, cualesquiera que fuesen, se habían de admitir, no sien.

do los reyes roas, que unos meros, maquinales ejecutores.

1fostituida la dorninacion Papal-Nápoles y Portugal feudos

del Pontífice, Inglaterra tributaria: retrotraídos los siglos de

ignorancia, la edad de fierro. Con el mayor respeto le pre–

guntaría al defensor, que me dijese, si se le había pasado por

las mientes, que su ensayo tendría todo el efecto que se

pro~

puso?

EsTE señor de caracter muy fuerte desde j6ven, leyó las

obras de Maistre y Bolgeni y quiso excederles.

Pero alli mis.

mo debió notar, que

la jurisdiccion ilimitada eclesiastica, fué

producida por la ignorancia de lo!\ pueblos,

y

un abuso, que

hicieron los clesiasticos, de los pequeños c nocimiel'ltos de que

eran deposit rio "

~ue

si eso

fué

entcmce , ya no debe aho–

ra ocuparno . (.

()

u timos articulos de la Bala

in cama

Domini

versan casi

n

n todo, sobFe

la jurisdiccion ecle–

siastica. Mil

y

a ve es se ha acusado

a

e ta autoridad de

haberse introdu d

n lo

límites de la secular, llamando asi

todas las causa

por me íos de sofismas apoyados sobre el

juramento puesto en os contratos.

"Pudiera rechazarse fuer.

temente esta a1·usacion, observando, que en todos los paises

y

en todos los gobiernos imajinables, la direccion de los ne–

gocio

pertenece naturalmente

á

la ciencia; que toda ciencia

ha nacido en los templos

y

salió de los templos, y que ha.

hiendo llegado

a

ser en la antigua lengua europea la voz cle–

recía, sinonima de ciencia, era no solamente justa, sino na–

tur~I,

que el clerigo juzgase al seglar ó lego, es decir, que

la

ciencia juzgase

á

la ignorancia, hasta que la estension de

las luces llegase á formar un equilibrio.>'

EsTE equilibrio es el que juiciosamente pretendemos. Mais–

tre es menos exaltado, que el señor ·Moreno. Conoció mas

mundo

y

pudo observar el carácter y jénio del siglo.

¿No

es de admirar, que un escritor en asunto de tanto momento

tome el tono dogmático, sobre su palabra,

y

pretenda, que

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