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tl'Ína; (.) en esta parte muy ascendrada. No todo lo escrito
por los PP. tiene fuerza de ley. Observa Graciano, . quepa·
ra establi>ce rla, no basta la ciencia y
santi~ad,
es indispensa–
ble la autoridad. ( , ) El Papa Lcon IV quiso <JUe se ocurrie–
se
á sus libros
á
falta de canones
y
decretales.
(;) Respe·
to la memoria del P0ntificc, pero no convengo en su pare–
cer.
Las doctrinas de los SS. PP. solo nos obligan, cuando
se ha llan incorporadas en el cuerpo del derecho canónico; apro–
bado por la Iglesia universal en un concilio,
ó
por el Sumo
P untífice.
,
Los escritos de los PP. son doctrinales
y
nada mas. Aun
para leerlos se necesitan muchos conocimientos. No es pJ·o–
pio de este cuaderno, especificar mis observaciones sobre sus
seutcncias. Es verdaJ, que en San Atanasio esta el compen-;
dio de Ja
teología dogmati ca mas sana. (:) ¿Pero en todos
t
nemos igual claridad? A San Basilio no se le hicieron atin–
jencias, en cuanto al modo de esplic:arse sobre la tercera per·
sona de la Trinidad?
¿No se le notó una
especi~
de contem–
poriza"ion
c1
n lo
herejes? Es cierto, que publicó el tratado
de Espíritu Santo, esclarecieodo sus pensamientos.
¿Pero el
criterio sobre estas obras se consentirá al pueblo en comun1
¡,Los milenari s pa ·a mi locos piadosos, no se f1mdan en los
PP? Cuanto han (foho, no es
an tern¡inante como la doc–
trina de San Ju. tino en su dialogo con Trifon. Asegura, que.
las almas no ·rán
á
la gloria, au11que se:in de los justM, dcs–
pues de su muerte. Que serán detenidas en cierto lugar
!~as
ta el día del juicio, en que
endran de nuevo
á
la tierra en
union de
J.
C.
San Ireneo cayó en el mismo error: siguiendo
á
otros mas antiguos (¡ue é l, como nota Fleury.
(')
Tertuliano
no dá la alma pnr material, pero si por corporea. ("")
¿Es
fá–
cil entender esto?
Para mis pequeñas lucrs no es exacto,
ó
no lo comprendo, sobre los misterios de Trinidad
y
encarna•
cion.
(§)
Lo rlefienden diciendo. <JUe cuando asienta, qur Dios
(.]
Prol. c.
2
§
16.
[,]
D.
20.
[ ; ]
Can.
l.
í:]
El T.
l.
0
de
sus obras.
Unidad de
Dios,
causas de
la l t ncarnacion.
e'J
Rist. Ecles. T.
l.
0
L.
4
n.
28.
[*l
Trat.
sobre la alma c.
21.
l~]
Trat,
adv. P rax.i