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por los apostoles,
y
probada por los libros sagrados
o
tradi.
cion.'' Asi es, que en
las muchas declaraciones del mismo
concilio lo que advertimos es, la palabra del Señor confesa–
da desde la cuna de la
Iglesia y practicada por los fieles.
El enjambre de herejías hijas unas de otras, inventarlas, ó re·
novadas por e l infernal Lutero y sus secuaces, <lió mérito
á
la mayor parte du los de.cretos.
Pero quede dem1 strado, que
las verdades evanjelicas foer<m, son y seran siempre unas mis–
mas. Con S. Pablo
á
los Galatas. (.)
"Aunque nosotros,
ó
un ánjel del cielo os evanjelize fuera de lo que os hemos evan–
jelizado, anatematizado sea."
Ei. sábio Gerson,
á
1!4Uien nunca nos cansarémos ele ala–
bar y cuyas sólidas virt11des quisieramos seguir, esta identifi–
cad
con mi opini n. (,) En las causas de fé, ningun hombre
particular por su determinacion, puede hacer proposicion no he·
r ética, la heretica; ni no cat•tlica, la catolica. Asi ni el Pontífice,
ni el Ob ispo. propiamente hablando, pueden hereticar una propo–
sicion. Con todr, pueden declarar serlo, la que
a
alg1mos no pa·
r ezca tal,
el mismo
mod~
que os doct• res lo hacen escolas-
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PoR
hor, , para
a
á
m teriá t da aquella luz
á
que alcanzal"I mis cortos talentos, haré una division. En ma–
terias de fé á
los decretos de los Pontificei; conformes con
las escrituras, tradicion
y
concilios jenerales, siendo propiamen–
te
los sumos e,1ecutores, debemos obedecer, sin representar.
Si e l Papa quiere introducir un nuevo artícul o de fé ó dog·
ma, se le reconvendra respe tuosamente, haciendole ver que
su aut..ridad no se estiende hasta allí. T engo por adecuada
la sentencia de San Ireneo: (;) "En materias de tanta grave.
dad, no conviene buscar la verdad en otros, cuando es tan fá.
cil hall arla en la Iglesia. Los apostoles nos dejaron estP ri–
co depósito de todo lo que es verdad. T odo el que quiera
tomara allí las aguas de vida". Tertuliano en el libro de las
{·)
Cap.
1
v.
s.
( , )
Opus. tom.
2
col.
30
J.
(;)
Lib.
3.
0
cap.
4.
0
cont.
her.