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en que el escribano del cabildo de Potosí, a título de ;;ecuestro, quiso arreba–
tarle su violín, arrastrado por una desespe:racion que aquellos villllnos no
podían comprender, intentó quit.a:rse la vida atravesándose el estómago con
una na aja. (1). Tal era el
dulce
sistema penal y el evanjélico desintere de
la Inquisicion! Y esto que sucedía cuando ya su ferocidad, que había provo-–
cado el horror del mundo, se encontraba en pleno decaimiento. Cuáles en–
tonctJs habrían sido las
dulzuras
del sistema antiguo1 (2)
(1)
Carta citada del comisario de PotosL- Moyen confesó por su pa.rte ocho a,ños
mas
tarde en la audiencia del
8
de julio de
(1757)
ante los inquisidores de L:!ma, la
~eracidad
de este hecho, no sin maldecir al
"cojo
del escribano Torres" por su desenfre–
nada. avaricia. Todo lo que los al,O"Uaciles del Santo Oficio pudieron realizar del pÓbre–
equípaje del artf!ta fuemn
ocho vara,¡
de
encajes de kilo
que vendieron a cuatro realj!S
vara.
En
cuanto a los
]libros
de Bourdaloue y de Pu..ffendorf tquíén los habría comprado
en Potosí, a no ser el mercader de Redondeta, por ser limitrofe del golfo de Gascoñar
Si en la ciurlad de los Reyes babia solo
un
fraile que
Sllpiese
frances ¿cuántos habría
en
la
~illa
imperial?
(2) El señor prebendado Saavedra, que confunde a sn placer o
~epa.rasegun las con–
nniencias dé su dialéctica la antigua y la moderna Inquísicion, como sí en sus fines
y
en sus pt-ácticas no hubiesen sido siempre una misma; se atreve a decir contra la Unani–
midad compacta de la historia "qne los verdaderos patriotas de España recibieron con
xouRLE ALBoRozo la nueva Inquisicion" (la española}. Ya hemos visto lo que Mariana
y
Pulgar, sus contemporáneo<',
y
a quienes el señor Saavedra üta en su abono, decían –
de la rrumer¡¡ como fné recipidrt.
Y
a hemos citado
J;¡un~ien
las opiniones de Motley
y
Presc
0
tt
sobre la
verd~tdera
causa de l11 reb<-li<ln y apostasía de los Paises Bajos. Ya
lwmos contado como :fué recibida puñal en máno la tea de la Inqnil'icion en Barcelona
y
PU
Zaragvm. Y ><nnqne bMtaria para confundir tal estravagancia, abrir cualquier
testo
elemenW de historia moderna, reoomendamos al señor
~avedra
la lectura de
estos
pasajes, escritos todos por autores españoles: "Observemos de paso,_dice Rodrignez
Buron (refiriéndose sin duda al testp del
clftrigo espaMl
Llorente) que ¡¡.pesar de la
igno–
l"ancia
y
la supersticion en_ que se hallaban snmerjidos estos pueblos, no se estableció
- entre ellos la Im¡uísicion l!iu esperimentar una sangrienta resistencia.
JiJl
odio que ins–
piraba
por
toila&
partes el
oficio
de
inquisidor,
dió
motivo
a
q¡¡.e
pereciesen
de
muerts
violenta 'Una m11ltitud
de
relijiosas dominicos
y
aun: algunos franciscas-.
Ya hemos
• visto que el abad del Cister murió bajo el hierro de los Albijenses;
y
que los primeros
rigores de la Inquísiciot¡ fueron seguidos i=ediatamente del asesinato de Pedro de
Planedis; despues 'Veremos que los
españoles
exasperados
apedrearon a los
inquisído~es
y
Jos mataron·
lhltl'
a los piés de los
altare~.
n
(Compendio de
la
HiA!tm-ia crítica
de
la
Inquisieion t.
I,
páj. 35.)-"Mientras que los inquisidores, añaue el mismo autor, (t. I, ·
,páj. 102) procmaban formar una santa
alianza
contra los pueblos, -éstos se ligaron
contra la Inquísíon. Las crueldades de este tribunal
e8Cit(Wan
por
todas
partes. nwlfimien–
tos populares,
qr.u
el
rei
contenia
oon mucha difi-cultad.
Tumultnáronse a un tiempo los
,pueblos de Terne], Valencia, Léñda, Barcelona
y
Ctll!i todas las ciudades de Cataluña.
La
rwtencia era tan obstinada,
que apesar de las severas medidas que tomó el re.i.
Fernando para oponet-se a ella,
necesit6 dos años para
reducir
a los
que
llamaban lllldi–
Cio3os,
a cnyá cabeza se hallaban varios señores. Barcelona, con espec:ililidad, se hizo
admirar por su valerosa qposicion: los
habi~ntes
de esta ciudad,
así
como.los de toda
la
provincia,
no queritln somctersé al yugo
de
la
lnqu?.s:ieion
moilernp,,
ni reconocer
la
autoridad de Torqnemada,
y
costó mucho trabajo par-a introducir la.I"efurma del Santo
Oficio en esta província,
y
sujetar
á
los eatakmes.
Lo mismo
lfUCeá"'f(l
en láal/o¡·ca-ll
Mli-'7.