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vio
sus manuscritos a Madrid, y cuando volvieron éstos impresos a las
Iil·
ilias,
muchos años mas tarde, ha.lllmdose preso Moyen en las cárceles de la
Inquisicion de Lima, vino a tener el último' las primeras sospechas de que
sus con-versaciones con aquel fraile pudiesen ser parte, si no la causa
m~
triz, de sus padecimientos.
Y tal, sin embargo, fué la verdad; tan horrible era aquel secreto de bronce
;
'
con que la dulce Inquisicion, "que se rodeó de precauciones para garanti.I
la inocencia de los acusados," guardaba dentro de sus mazmorras de fierro
y
de granito el
alma
y el cuerpo de sus víctimas! "Me calumnia tambien en
España, (decia en efecto el infeliz y atónito
Moy~n
en una de las apuntacio–
nes para sn defensa en años _posteriores y aludiendo a la publicacion del
franciscano, llegada entonces por
algun
acaso a sus manos,) me calumnia un
relijioso, sin fundamiento, sino una. leger -relasion, y de la parte de un
Segular
IñÓrente; (1) y Sin Esperar la de:finission de los Illtres. Sres. Inqni–
zidoi'iS, se adelantó a me publicar por
tm
hotnbre Erege, un hombre indig·
no, camparandome a este miserable atavelpa, (2) y otro se me jante;
y
no
Satisfaito desso todavia, me hase Conoser como nn tmidor de la Corona;
respeito ha aquella mapa del Sero (3) que hasia; como si potozi seria una
Ciudad de guerra, y que los primos, esterian en guerra uno con otro: pues
Sor Doctor Si un religiozo Caritativo, y tnissionerro y sin me conoser, me
trata
deste Suerte, 110lo por ser El g:illego, E yo frencez; que sera lo que ·
puede esperar de
mi
destino en esta vida'l"
A
este
mismo
fin,
por descargarse de la responsabilidad que los denuncios
del fraile ¡¡indico podian acarrearle, iban dirijidas
las
revelaciones que hacia
Moyen a sus jueces sobre e1 estado de su
cabeza caliente,
cuando, apurando
copaa, disputaba con su hipócrita delator sob:te los augustos sacramentos.
Todo esto consta minucioil3.ntente del proceso; pero lo que éste no dice
es'
si
era el fraile o el hijo del boticario quienes propiciaban al hereje
el
alcohol
que vaporizaba sns ideas y daba soltura a su lengua, y en seguida pábulo
a los villanos denuncios.
'
Entre
tant.,
la situacion de Moyen no podía ser mas desventurada. Míen•
tras
su alma padecía
tQdas
las torturas de
la
duda,
sin
acertar a esplicarse
-cómo le habría sobrevenido
IU
desgracia, su ser fiSico se hallaba sometido
a no ménos duros tormentos. Moyen era por> naturaleza epiléptico
y
sufría.
con frecuencia los mas horribles accesos. Pero qué importaba esto a sus
carceleros1
Al
fin
era
hereje,
y la epilepsia talvez no era sino un síntoma de
que aquella
alma
se hallaba>como la de la Cármen Marin¡ poseída del de–
monio! Mantenía.nle, pues, en una celda oscura, en aquel clima rijido, carga–
do de grillos
y
sin
mas arbitrios para proporcionarse vestidos y alimentos
(1) Alude
sin
duda
ru
t!Jnlmtme
ñijo del boticarip.
(2) Atahualpa.
(3)
~
cerro de
Po~o
·.