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,.

-46-

vio

sus manuscritos a Madrid, y cuando volvieron éstos impresos a las

Iil·

ilias,

muchos años mas tarde, ha.lllmdose preso Moyen en las cárceles de la

Inquisicion de Lima, vino a tener el último' las primeras sospechas de que

sus con-versaciones con aquel fraile pudiesen ser parte, si no la causa

m~

triz, de sus padecimientos.

Y tal, sin embargo, fué la verdad; tan horrible era aquel secreto de bronce

;

'

con que la dulce Inquisicion, "que se rodeó de precauciones para garanti.I

la inocencia de los acusados," guardaba dentro de sus mazmorras de fierro

y

de granito el

alma

y el cuerpo de sus víctimas! "Me calumnia tambien en

España, (decia en efecto el infeliz y atónito

Moy~n

en una de las apuntacio–

nes para sn defensa en años _posteriores y aludiendo a la publicacion del

franciscano, llegada entonces por

algun

acaso a sus manos,) me calumnia un

relijioso, sin fundamiento, sino una. leger -relasion, y de la parte de un

Segular

IñÓrente; (1) y Sin Esperar la de:finission de los Illtres. Sres. Inqni–

zidoi'iS, se adelantó a me publicar por

tm

hotnbre Erege, un hombre indig·

no, camparandome a este miserable atavelpa, (2) y otro se me jante;

y

no

Satisfaito desso todavia, me hase Conoser como nn tmidor de la Corona;

respeito ha aquella mapa del Sero (3) que hasia; como si potozi seria una

Ciudad de guerra, y que los primos, esterian en guerra uno con otro: pues

Sor Doctor Si un religiozo Caritativo, y tnissionerro y sin me conoser, me

trata

deste Suerte, 110lo por ser El g:illego, E yo frencez; que sera lo que ·

puede esperar de

mi

destino en esta vida'l"

A

este

mismo

fin,

por descargarse de la responsabilidad que los denuncios

del fraile ¡¡indico podian acarrearle, iban dirijidas

las

revelaciones que hacia

Moyen a sus jueces sobre e1 estado de su

cabeza caliente,

cuando, apurando

copaa, disputaba con su hipócrita delator sob:te los augustos sacramentos.

Todo esto consta minucioil3.ntente del proceso; pero lo que éste no dice

es'

si

era el fraile o el hijo del boticario quienes propiciaban al hereje

el

alcohol

que vaporizaba sns ideas y daba soltura a su lengua, y en seguida pábulo

a los villanos denuncios.

'

Entre

tant.,

la situacion de Moyen no podía ser mas desventurada. Míen•

tras

su alma padecía

tQdas

las torturas de

la

duda,

sin

acertar a esplicarse

-cómo le habría sobrevenido

IU

desgracia, su ser fiSico se hallaba sometido

a no ménos duros tormentos. Moyen era por> naturaleza epiléptico

y

sufría.

con frecuencia los mas horribles accesos. Pero qué importaba esto a sus

carceleros1

Al

fin

era

hereje,

y la epilepsia talvez no era sino un síntoma de

que aquella

alma

se hallaba>como la de la Cármen Marin¡ poseída del de–

monio! Mantenía.nle, pues, en una celda oscura, en aquel clima rijido, carga–

do de grillos

y

sin

mas arbitrios para proporcionarse vestidos y alimentos

(1) Alude

sin

duda

ru

t!Jnlmtme

ñijo del boticarip.

(2) Atahualpa.

(3)

~

cerro de

Po~o

·.