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Mlmmicarse con algunas personas, que despues de la alevosía de sus
vl.~itas
1
iban a aumentar la alevo¡;la de los denuncios.
Fueron los mas asiduos entre estos miserables, el hijo de un boticario del
pueblo que se complacía en
ir
a argumentar con el prisionero sobre el eterno
tema del
sesto mandamiento
y otras
proposúionetJ del ltereJe,
que eran la gran
novedad del tiempo. Mas, cansado un dia Moyen de
~
impertinencias de
a 1uel majadero, preguntóle qué entendia por
ltereJes,
y el intruso aprendiz
de iarmacéutico le contestó, como le habrían contestado acaso muchos far–
macéuticos de nuestros dias: "que herejes eran los ingleses, porque no creían
en el Evanjelio, y que los franceses tampoco eran cristianos, porque no reza–
ban el rosario que la vújen había dado
den)
sus manos a Santo Domingo."
Otre de los argumentos de Moyen con el hijo del boticario era el de la
bula de
la
cruzada. - Preguntábale aquel al mozo si era pecado el comer
carne en los dias prohibidos, y a la vez si la bula para comer sin pecar se
compraba con dinero. Y como el palurdo contestase en ambos casos afirma–
tivamente, Moyen lo encerraba en este silojismo sin salida: "Si comer car·
ne
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ofender
a-
Dios, comprar la licencia de comer
la
dicha carne, es com–
prar
la
licencia de ofender a Dios." ,
Concluyó aquella polémica, sin embargo, de una manera menos cortes
que teolójica, pues un
dia
en que Moyen se hallaba de mal humor y enfer–
mo, echó
al
dialéctico de
!!U
presencia, amenazándolo con que le iria mal
si otra vez volvia a presentársela.
(2)
Otro de los pérfidos y de los importunos del calabozo de Potosi era un
fraile franciscano, !!indico de su convento, que tenia tambien a placer
ir
a
provocar
la
siempre suelta lengua del atolondrado parisiense, ya sobre el
mandamiento que menos le incumbía despues de sus votos,
ya
disputando
sobre la presencia.
real
o
sustancial
en la eucaristía. Un
dia
encontróse el
fraile con Alvarado en
la
celda de Moyen, y "alli, contaba el mismo reo
mas tarde en sus confesiones ante los Inquisidores de Lima, pasó en el es–
pacio de una
~ora
u hora y media tocando el violín y bebiendo aguardiente
con los circunstantes, teniendo este confesante
(M
oyen)
la
cabeza bien
caliente, aunque no enteramente privado."
Aunque vulgar y casi grosero, tiene este incidente una grave importancia
en este proceso, y por esto lo hemos apuntado; porque sucedió que
el
fraila
escribió un opúsculo refutando las teorías de Moyen sobre la eucaristía; en-
{1) Este
y
otros galicismos, algunos verdaderamente i'arrafales, son mui comunes en
las
declaraciones y escritos de Moyen.
Se
echará tambien de ver en ellos con frecuencia
una fuerte afinidad con el
portngné.~,
cuyo idioma conocía aquel mucho mejor que el
-español en la primera época
de
su largo cautiverio.
(2) Moyen para disculparse de su incivilidad en esta ocasion, declar6 mas tarde en
presencia
tle los
inquisidor!)$ de
L~
que la. había cometido solo por
ha1la.rse
enfermo,
La
erd·
es
que el desgraciado
frances tenia
un
c:ll"kter
demasiado pronto e
:ira.;;cible,
bi-
qqe no
rara evidenciar cllUtimo fn.-c;lentes
motiws.