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-45-

Mlmmicarse con algunas personas, que despues de la alevosía de sus

vl.~itas

1

iban a aumentar la alevo¡;la de los denuncios.

Fueron los mas asiduos entre estos miserables, el hijo de un boticario del

pueblo que se complacía en

ir

a argumentar con el prisionero sobre el eterno

tema del

sesto mandamiento

y otras

proposúionetJ del ltereJe,

que eran la gran

novedad del tiempo. Mas, cansado un dia Moyen de

~

impertinencias de

a 1uel majadero, preguntóle qué entendia por

ltereJes,

y el intruso aprendiz

de iarmacéutico le contestó, como le habrían contestado acaso muchos far–

macéuticos de nuestros dias: "que herejes eran los ingleses, porque no creían

en el Evanjelio, y que los franceses tampoco eran cristianos, porque no reza–

ban el rosario que la vújen había dado

den)

sus manos a Santo Domingo."

Otre de los argumentos de Moyen con el hijo del boticario era el de la

bula de

la

cruzada. - Preguntábale aquel al mozo si era pecado el comer

carne en los dias prohibidos, y a la vez si la bula para comer sin pecar se

compraba con dinero. Y como el palurdo contestase en ambos casos afirma–

tivamente, Moyen lo encerraba en este silojismo sin salida: "Si comer car·

ne

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ofender

a-

Dios, comprar la licencia de comer

la

dicha carne, es com–

prar

la

licencia de ofender a Dios." ,

Concluyó aquella polémica, sin embargo, de una manera menos cortes

que teolójica, pues un

dia

en que Moyen se hallaba de mal humor y enfer–

mo, echó

al

dialéctico de

!!U

presencia, amenazándolo con que le iria mal

si otra vez volvia a presentársela.

(2)

Otro de los pérfidos y de los importunos del calabozo de Potosi era un

fraile franciscano, !!indico de su convento, que tenia tambien a placer

ir

a

provocar

la

siempre suelta lengua del atolondrado parisiense, ya sobre el

mandamiento que menos le incumbía despues de sus votos,

ya

disputando

sobre la presencia.

real

o

sustancial

en la eucaristía. Un

dia

encontróse el

fraile con Alvarado en

la

celda de Moyen, y "alli, contaba el mismo reo

mas tarde en sus confesiones ante los Inquisidores de Lima, pasó en el es–

pacio de una

~ora

u hora y media tocando el violín y bebiendo aguardiente

con los circunstantes, teniendo este confesante

(M

oyen)

la

cabeza bien

caliente, aunque no enteramente privado."

Aunque vulgar y casi grosero, tiene este incidente una grave importancia

en este proceso, y por esto lo hemos apuntado; porque sucedió que

el

fraila

escribió un opúsculo refutando las teorías de Moyen sobre la eucaristía; en-

{1) Este

y

otros galicismos, algunos verdaderamente i'arrafales, son mui comunes en

las

declaraciones y escritos de Moyen.

Se

echará tambien de ver en ellos con frecuencia

una fuerte afinidad con el

portngné.~,

cuyo idioma conocía aquel mucho mejor que el

-español en la primera época

de

su largo cautiverio.

(2) Moyen para disculparse de su incivilidad en esta ocasion, declar6 mas tarde en

presencia

tle los

inquisidor!)$ de

L~

que la. había cometido solo por

ha1la.rse

enfermo,

La

erd·

es

que el desgraciado

frances tenia

un

c:ll"kter

demasiado pronto e

:ira.;;cible,

bi-

qqe no

rara evidenciar cllUtimo fn.-c;lentes

motiws.