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-

4G-

Dejamos_ya dicho que el empecinado gallego de Redondela ha.bia hecho su

primer denuncio al comisario .de Potosí en la noche del 29 de marzo de 1749,

y desde

esa.

ocasion babia seguido compareciendo con corto.!! intervalos a casa

del

co~o

para adelantar la secreta sumaria, cuya sustancia era la conte- _

nida en los cargos de herejía que dejamos apuntados, pues son la,s revelacio–

nes de Soto las que principalmente nos han guiado en esta parte del volu–

minoso prO!!eso.

A la par con Soto comenzaron

a;

deponer, siempre en el mas profundo

secreto, todos los testigos que él iba señalando. Uno de los mas tardíos,

acaso por compasion, acaso por hidalguia de alma, fué el correjidor dé Porco,

don Diego de Alvarado, el chistoso camarada. de Moyen desde su partida de

Buenos Aires, y que solo por inocente pasatiempo le "tiraba la lengua" (es–

presion del mismo reo en su proceso), bien ajeno ciertamente de que sus

cha.nzas le lleva.rian a una eterna mazmorra. -

Solo cuando Soto había presentado ya sus denuncios, en el curso de

~

mes, compareció Alvarado (el

l.

0

de mayo) a hacer la suya. Una semana des–

pues (el8 de mayo) elevó la que a élwrrespondia el teólogo don Bernardo

de Rosas, de quien dijimos había sido compañero de Moyen en su último

viaje de Lisboa a Rio Janeiro.

·

Y aquella era la organizacion preconizada de admimble, del

drcunspecto,

del santo Tribunal

que~

si bien a título de guardar incóhime la fé del cristia–

lÚl!mo, imponia -severas

y

fecundas penas, al punto de

convertir el cadalso

en abaoluci()Tf., "no má;

sin embargo, segun el señor prebendado de Santiago,

aquella policia secreta que espía

todo&

los

paMil

del dudadano, que

timu

ajen–

te• en

toda&

parte&

y

que se introduce hasta en ellwga_r doméstico."

(1)

(1)

&avedra.-Mpida.

ojeada,

páj. 53.

Hé aqui COilio

&e

espresaba entre tanto a este miamo respecto un gran historiador (lne,

I!Í

ea cierto no es ca.to1ico, no ha probado menoll, junto con el

ilustre

l'rescott, que

la

Inquisicion, tan amada de los pueblo8, segun el autor de

la.

Ojeada,

fué

la.

cauaa eficiente–

y

principal del levant amiento de los P&i.!es Bajo•, como de

:ru

tupostasia 1·d;ijiosa

y mu–

danza de su gobierno cuando F elipe II y su digno sayon el duque de Alba, pretendieron

fundarla

en aquellaa posesiones. _

"En

el trMcurso del tiempo,

dice

Motley, (reciente embajador de Norte-América en

Viena), el imperio del Santo Oficio

~e

estendió fuera. de E spañ:a.

En

la.

América hizo

temblar a sus naturales con

el

s-olo nombre del cristfunismo. El amago de su introducción

heló de espanto a los primeros herejes de

Italia,

Francia y Alemtuüa..

Era

un tn1nmal

que no se snjetába a

:ningnnlv

·potestad temporal

y

era pór tMto superior a todas

las

justicias. Era. una

corte

de frailes

llÍn

apelac1on,

p.t.e.tl!

nia

S'!tJI

famitictres

-en

cada

ca~~a,

que

U

aJ!(IderolJa

de

log

secref;o¡¡

mflimos

de

cada hogar

'!J

q¡¡e juzgaba

y

ejecut{<Oa

S118

/wr¡•i1Jle3

thet•eto&

sin utf<r

IJ'Uje'.o

a ni!Tiguna responsohíl:iilad.

No

condenab:~.

los hechos-sino lo•

pensamientos. El campo de su a.ccion era

la.

conciencia~

y

ella.

IIlÍSnla

finjie.los delitos que

se proponía ca..--ti,_aar. Sus procedimientcs eran de

una.

simplicidad honilile. La sospooha.

era el

arre.to

la.

tm-!.m1l.

U.

conf~:sion,

el .hte¡,;o el castjgo. (

The ,:¡u of the

du.t.ch

repuf>lic

by

J

okn

-L.

Motl.ey

t.

!,

prij.

3123.)

Pero

si

ilflte te3timonio e;; recllilable (por ser de

la.

pluma.

de

im

hereje) pru;a el sci\o¡;