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Llovieron entonces las denunci-as de todos cuantos habían
visto
pa.!lar a
}tR;reje
por su puerta, de cuantos tenian noticia de oidas del
judío.
Era éste
uno de los mas odiosos caracteres de la Inquisicion: el contajio del terror.
Como en los días de epidemia todos creen sentrrse poseídos por los síntomas
fatales, (comparacion que tomamos de la incomparable
Ojearla),
asi el pavor
de
la
complicidad con el _reo del Santo Oficio se comunicaba a los corazones
de cuantos le conocían, de cuantos le habían dirijido algulla vez
la
palabra,
de cuantos habían oid<T siquiera el nombre de la victima. Por esto,
y
como
Mayen se hallaba recien llegado, la mayor parte de las declaraciones eran
de
oidas,
razOD. empero
g~e
no
impe~a
a !os.testigos ratiftcar sus deposiciones
Sa.avedra., escuche
el
de un Qrl;odojo irreprochable y concienzudo; nada. menos que el del
presidente del último congreso del Perú, don Francisco Garcia Calderon, el mismo que
pidió desde su solio
la
abdicacion de1 jenera.l Prado en nombre de 1a bandera de Arequi.
pa, que era el lábaro de
h
relijion
para
sus comptttriotas.
"La
absoluta independencia,
(dice
en
efecto~
este mismo propósito el erudito escritor arequipeño
en
ijU
Dicaionario
de
lx),
lejislat:icm periMI!na)
en que
.ijC
encon~ba
la
Inqujsjc(on, la irreaponsllobiliJbW, "de sua
miembros, el misterio que guardaba en sus procedimientos.
la
imposibilidad que tenían
los
reos
para defenuerse,
la
obligacion
~n
que se encontr&ba.n tQdos los funcionarios de .
Qbedecer
sm
réplica
las
órdenes del Santo Oficio,
y
de
re~tar
y
sancionar con
su
pre–
sencia los autos de fé, el aspecto misterioso
y
sombrio del local en que
la
Inquisicion
ejercía
Sll8
funciones, el tormento que
se
aplicaba a· los
rCOE,
la absoluta incertidumbre
que éstos tetia.n de
su
su~rte
futura. y
la,
import:mcia que se daba a las determinaciones
inquisitoriales, acompañándolas tle loa
actos
relijiosos,
infl.u:ían
en el ánimo
de
la
mnche·
dumbre y llenaban de temores la imajin:wion de
t<>do•
los httbitantes.
J.,a
inquisicim¡,
M"<~
101.
hfYI-rt:~~do
fantasma
q¡¡e
.e
dPjaba .<entir en
t<Xl<t8
j>urtez
y
qu~
h«da
.
utre.mecu
d~
apo;nfo
au~
a
los
qtM: mejores prueba8
lwkian
dad~
de m
fé.
"J>or
todo.
eid;oll
medios
la
lnoquisicion era
Ull
tribunal despótico, que daba en
Vl\t"ÍO
C!I.!IOS fall011
injustos, pon¡ue el termento a.ri:-anca.ba
a
muchos individuos
foka8
conjaiontf
dt
U.
herejía
que se les
impnta.ba,y el tribunal, partiendo de
ese
dato,
los
ccmdena:ha
11
mir.t.e'i"te.
Nunca podía.
a.clar~e
la
verdad, porque el acusadG ignomba. los nombre11 de sus
acusadores
y
de los
testigos
que deponían contra
él.
No podia,
por
consiguiente,
dar
nin·
gnn descargo,
y
81L
ccmdenacion era
i'ltfiejectible,
aunque
~e
positiva
m
inocencia.
Por
o~
parte,
la
Inquisicion
servía.
de imtrunumto a
1m;
11enganza8 pri11adas.
"N
adB.
era,
en
verda.d,
mas sencilJ.o que lihrarse
de
un
enemigo
denwru;iándow al Banto
Oficio
como lureje.
• Este ae a.ptxleraba. inmediatamente de
él,
y a mérito del sistema de tormento
y
de!IUUl
procedimientos que observaba. en los juicios,
el
ikn
u100ilUÚJ aparecía
rwlpable.
¡,Quién
podía
.!ffiContrarse seguro en el pa.is en que
las
leyes
autorizaban
t;m
viciosos 'procefuientosl"
Hé
agui
pues como ain
aa.lir
de casa y cumpliendo nuestra. palsbra de no .a.cumnlar
citas por vana ostenta de erndicion,
p~lltamos
al señor
s~~edni
testigos que no
sa.
hemos cómo
podria.
recll5a.l". Vaya por ahora Motley contra
V
ah
der Haeghen
y
Gareia
Calderon por Hefelé, Rivaud, Hunter, Ma.rgotti, Cobbet,
~fa.cker,
Morerti. Feller, Ee·
rault, Beriaste,
Ba.lmes,
César Cantú,' etc., etc., etc. Sensible.
es,
sm
embargo, que entr11
tanta y docta. cita de autores como nos hace el .erndito autor de
1a
Ojeada.
no nóS recuerde
al
imi[pl€
.Sprenger,
al
profurlflo
Castro, al
prudente
Simancas,
al8111piente
Martin
delltio,
al
docto
Pa.ramo, al
düijente
Torrebla.nca,
al
elooue:nte
Carena y
al
eruditfl
Piñateli, a.uto–
:res
tod011 que
han
escrito sobre pecados de Inquisicion
y
que cita con sus correspondillll.–
tes calificativos el doctor Bermudez en sus
Triunfos del
Santo
Oficio
perua110
(páj_
13~}.
obra que el prebendado Saavedra ha. leido en el mismo eiempla.r que nosotros.
5
ERANC• .HOY.
'
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