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éternamehte .encendidas, comenzaron a estinguirse por sí- solas. El hijo
de
Carlo_s V babia quemado por ódio, por conciencia, por codicia, porque su cora–
zon mismo era un tizon de fuego revolcado"en el fango de inmundas pasiones
pero el nieto de Luis XIV, fundador de la nueva dinastía,
ai
babia quemado
a su vez durante su reinado de cuarenta y seis años mas de
mil
quinientOi!!
herejes, lo habia hecho
porqu~,
aun cuando
la Inquisicion le fuese
odiOI!!a,
como lo haée ver el mas sério de los historiadores españoles (1 ), convenia
así a los planes de su política, dirijidos todos a asegurar su trono recien
ha–
bido de re,o-alo. Aunque Jlarisiense, sabia el Borbon que
al
pueblo español
le gustaban de la misma manera las corridas de toros y lO!! autos de fé,
1
por
esto hizo celebrar durante su gobierno no menos de setecientos ochenta y
dos de los últimos (2).
Pero bajo el blando dominio de au sucesor el tétrico Fernando VI (en
cuyo reinado-1746--59-tenian lugar los sucesos que narramos) los seides
del despotii!!mo, disfraz&dos con la impoi!!tura de su amor a Dios, ha.bia.n
comenzado a perder, junto con el apoyo réjio, su tremendo prei!!tijio popular.
En los once años en que aquel príncipe arrastró su lánguida vida, de miedo,
de amor y de música, solo hubo treinta y cuatro autos de fé, y apenas diez
herejes fueron quemados vi.;os.
.
Igual
descenso se había observado en los rejistros de los grnnde!! inqui–
sidores. Andres de Orbe, arzobispo de Valencia, habia penitenciado durante
un periodo de siete años (1733-40) 1785 herejes; Manrique de
Lara,
arzo–
bispo
de Santiago, en trea años (1742-45) alcanzó haata a 1,020. Pero Fran–
cisco Perez de Prado, obispo de Teruel, que comenzó su término y lo
concluyó junto con Fernando VI (1746-59)
1
bajo cuya suprema jurisdiccion
iba a caer el desgraciado Moyen, soló llevó a sus
a.
utos de fé ciento veintidos
penitenciados, de los que únicamente diez fueron quemados vivos y cinco
en estátua: menos de uno por año.
Mui lejanos hallábanse, pues, segun decíamos, los tiempos en que un
solo inquisidor (Tomas de Torquemada) echaba vivos a la hoguera, durante
los dieziocho años de su inauguracion, ocho
mil
ochocientos herejes,
al
paso
que el número de los quemados en estátua. alcanzaba a
mil
quinientos y el
de los penitenciados ordinarios llegaba a novent<.
mil,
siendo 105,294 la
cifra
(1) Lafuente,
Historia.
de &paiUJ,
t.
21, páj. 200.
(2) El
número de penitenciados
en el
reinado
de
F elipe V,
!egun
Torres
de
Castilla
-en su
Hi8toria
de
las
pcrBeCUciona polltica3
y
relijwsas
(t.
6.o, páj. 733) lleg6 a 14,076 en
eata. forma:
Quemado&
Ti
vos................... .. ........ ..... . ...•...... .. ... 1,564
Id. en estátua... .............. .... ...... .... ..... .. ... ..... .. ..... .
782
Penitenciado¡; con
diversa.~
penas.... ... . ... ..
.... .... .. .
11,7aO
• 14,076
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