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m.
Como todo lo que no era. horrible en el Santo Oficio era infame, comenza–
ba por una. delacion
así
como concluía en una pira. Un hombre, que por
aquel solo
acto
se
hacia.
vil,
se acercaba a otro hombre revestido de miaterios,
y
allí,
entre ambos, a solas, ocultos, jurándose
~útuamente
el mas inviolable
sijilo, ma.quinaban la perdicion de un tercer hombre, de una. familia, de
toda. ·
un&
raza,
y
a mansalva,
sin
responsabilidad, sin remordimiento, de
una.
ma–
nera cobarde
y
anónima, consumaban su ruina con aquella perversidad–
aquel codicioso di11imulo, aquella horrible impunidad que tanto escan,
daliza.bael alma recta de Pascal
y
a. sus amigos (1). Cuántas vengan–
zas secretas y terribles, cuántos asesinatoa en que no intervenía el puñal sino
la
tea,
cuántos y largos años de sombría cautividad de un esposo, de un
padre, de un rival dueño de codiciadas beldades, cuántas fortunas arrebata–
das a
la
horfandad, cuánta!! intrigas tenebrosas suscitadas en los interiores
del hogar por aquel poder sijiloso
y
sobrenatural, para el que no habia pare–
des,
ni
servidumbre,
ni
hijos, y que
ni
Dios mismo podía protejer contra el
mandato de esa especie de monstruo sub!erráneo que se
llamaba
el Santo
Oficio!
LQe
reyes vendían
letrru
de marca
para
encerrar en sus calabozos
al
que por dinero qnilliera ejecutar
una.
venganz&.
La
Inqnillicion procedía de
otra suerte, y ofrecía mas garantías a loa inícuos o a los especuladores. Daba
de valde sus mandamientos de prision, que nadie era. osado de desobedecer;
mas como se hacia pagar
por
la
miama víctima, resultaba que se enriquecí.,
mas aprisa a si propia, beneficiando
a.
la.
vez a
s~
esbirros
y
a sus delato–
res.
(2)
(1) Carta de un abogado del Parlamento sobre
la
bnla
UnigenitU8
(1657). Obras com·
pletas de Bias Pascal (1860)
t.
I, páj. 224.
'~No
encontrais, esclamaba el abogado
Le-,
maiatre,
que
la
Inqmsicion es el medio mas cómodo
y
mas seguro
de arruinar
a
Y'Ullltrolt
enemigoa por inocentes que sean?"-
JlYid.
(2) Como jeneralmente los reos de
la
Inqtrisicion eran acaudalados,
segun
lo demos–
troremoa mas:.adelante, resultaba que
tenia
muChos deudores,
y
de aqui venia que el
médio mas espedito
y
Illlla
barato de chancelar
liiiA
deuda era hacer un denuncio de
herejia contra el acreedor.
(Enciclopedia,
tít. XVI, páj. 407).
Este
sistema era mucho
mas eeguro
y
eficaz que todo litíjio judicial o mercantil, porque como dice
el
eloeuente
eecritor frances Coquerel,
"la
Iuquisicion, como todos los poderes absolutos, se creeia,
o por lo menos se declaraba infalible; todo acusado se presumía. culpable hasta que no
probase lo contrario,
y
sin
embargo
la
prueba era imposible, porque se impedía al reo
toda comunicaeion cou los \lStrnños; no podía tampoco citar ningun testigo en su abono,
y
eomo servir a un hereje se reputaba como herejía, nadie quería tampoco ponerre
VO·
luntariamente en manos del terrible Santo Oficio."
De esta última circunstancia tomó oríjen la conocida IUlécdota de que habiéndOE-e
apiadado Felipe III (que no fué sino un Torquemndn con corona) rle ciertos reos que
iban a quemar en su presencia, los
iuqtrisidore~,
para
cast¡gar
~u
berejia, no pu•litndo
CJ!lemar le.>, 1(' ohliguron a sangrarse
y
e<'barou su sangre real en
1~
pira.