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- 39-

m.

Como todo lo que no era. horrible en el Santo Oficio era infame, comenza–

ba por una. delacion

así

como concluía en una pira. Un hombre, que por

aquel solo

acto

se

hacia.

vil,

se acercaba a otro hombre revestido de miaterios,

y

allí,

entre ambos, a solas, ocultos, jurándose

~útuamente

el mas inviolable

sijilo, ma.quinaban la perdicion de un tercer hombre, de una. familia, de

toda. ·

un&

raza,

y

a mansalva,

sin

responsabilidad, sin remordimiento, de

una.

ma–

nera cobarde

y

anónima, consumaban su ruina con aquella perversidad–

aquel codicioso di11imulo, aquella horrible impunidad que tanto escan,

daliza.ba

el alma recta de Pascal

y

a. sus amigos (1). Cuántas vengan–

zas secretas y terribles, cuántos asesinatoa en que no intervenía el puñal sino

la

tea,

cuántos y largos años de sombría cautividad de un esposo, de un

padre, de un rival dueño de codiciadas beldades, cuántas fortunas arrebata–

das a

la

horfandad, cuánta!! intrigas tenebrosas suscitadas en los interiores

del hogar por aquel poder sijiloso

y

sobrenatural, para el que no habia pare–

des,

ni

servidumbre,

ni

hijos, y que

ni

Dios mismo podía protejer contra el

mandato de esa especie de monstruo sub!erráneo que se

llamaba

el Santo

Oficio!

LQe

reyes vendían

letrru

de marca

para

encerrar en sus calabozos

al

que por dinero qnilliera ejecutar

una.

venganz&.

La

Inqnillicion procedía de

otra suerte, y ofrecía mas garantías a loa inícuos o a los especuladores. Daba

de valde sus mandamientos de prision, que nadie era. osado de desobedecer;

mas como se hacia pagar

por

la

miama víctima, resultaba que se enriquecí.,

mas aprisa a si propia, beneficiando

a.

la.

vez a

s~

esbirros

y

a sus delato–

res.

(2)

(1) Carta de un abogado del Parlamento sobre

la

bnla

UnigenitU8

(1657). Obras com·

pletas de Bias Pascal (1860)

t.

I, páj. 224.

'~No

encontrais, esclamaba el abogado

Le-,

maiatre,

que

la

Inqmsicion es el medio mas cómodo

y

mas seguro

de arruinar

a

Y'Ullltrolt

enemigoa por inocentes que sean?"-

JlYid.

(2) Como jeneralmente los reos de

la

Inqtrisicion eran acaudalados,

segun

lo demos–

troremoa mas:.adelante, resultaba que

tenia

muChos deudores,

y

de aqui venia que el

médio mas espedito

y

Illlla

barato de chancelar

liiiA

deuda era hacer un denuncio de

herejia contra el acreedor.

(Enciclopedia,

tít. XVI, páj. 407).

Este

sistema era mucho

mas eeguro

y

eficaz que todo litíjio judicial o mercantil, porque como dice

el

eloeuente

eecritor frances Coquerel,

"la

Iuquisicion, como todos los poderes absolutos, se creeia,

o por lo menos se declaraba infalible; todo acusado se presumía. culpable hasta que no

probase lo contrario,

y

sin

embargo

la

prueba era imposible, porque se impedía al reo

toda comunicaeion cou los \lStrnños; no podía tampoco citar ningun testigo en su abono,

y

eomo servir a un hereje se reputaba como herejía, nadie quería tampoco ponerre

VO·

luntariamente en manos del terrible Santo Oficio."

De esta última circunstancia tomó oríjen la conocida IUlécdota de que habiéndOE-e

apiadado Felipe III (que no fué sino un Torquemndn con corona) rle ciertos reos que

iban a quemar en su presencia, los

iuqtrisidore~,

para

cast¡gar

~u

berejia, no pu•litndo

CJ!lemar le.>, 1(' ohliguron a sangrarse

y

e<'barou su sangre real en

1~

pira.