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un navio ingles, tuvo éste un combate en alta mar y apresó una fragata

francesa, con la que hubo de volver a Lisboa.

Ofreci6se

alli

a M:oyen ocasion de un nuevo viaje a las Indias, motivada

ell su a.miJtad con el conde de las Torres, personaje de importancia que

llevaba, no sabemos si a Chile o al Perú, una comision mjente.

A

su lado, pero sin que conozcamos cual fué su condicion, Moyen se

embarcó otra vez para Rio Janeiro en

la

flota de galeones de

1746,

y de ahí

siguió inmediatamente viaje a Buenos Aires acompañando al conde. Hubo

éste de partir aceleradamente para Chile por la via de las pampas y la cor–

dillera, que era entonce¡¡ una ruta favorita entre Lima y Madrid, y aunque

Moyen se preparaba a seguirle, un lanée desgraciado vino a impedírselo.

Era

Moyen como jóven, como artista y, sobre todo, -como parisiense, uno

de esos aventureros llenos de valentia, de jenerosidad y atolondramiento,

que así daban una cuchillada a un émulo en el salon de un

café,

como se

despojaban de su capa a la vuelta"de una esquina para regalarla a un amigo

o a un

me~esteroso.

Ello es lo cierto que tuvo un acaloramiento con un tal

don :Miguel de Landaeta, personaje que debia 1er de al,"lllla cuenta, pues se

hallaba provisto de rejidor de Oruro, y le

'pasó

el cuerpo con su espadA.

El

art~

de la esgrima, que Moyen poseia de maravilla,

y

I!!U

jénio impetuoso,

hacian, por desgracia, del jóven frances un duelista consumado; y ya por

esos dias una horrible cuchilla:da

qu~

le atravesaba el rostro de la :frente

hasta la barba, era testigo de que no seria aquel el primero ni el último paso

de armas de su vida.

El

rejidor de Oruro no murió, sin embargo; pero la herida fué

tan

grave,

que su adversario hubo de buscar asilo en el claustro de Santo Domingo para

, escapar al rigor de la justicia. Estrajéronle con todo de

allí

y

le mantuvie_

'•

ron en prision durante tres meses, hasta que probó la justicia de su agravio

y

dieron los médicos buena cuenta de la salud de Landaeta.

Sucedia esto a mediados de

17

48,

y

Moyen se preparaba para seguir su

viaje a

Litna.,

en demanda de su proteétor el conde de las Torrel!!. Elijió, por

llevar buena compañia,

la

ruta. de Potosi,

y

el 21 de noviembre de aquel año

montó en su mula de viaje con rumbo a Córdoba

y

Jujui.

Es

de importancia

contar en esta ocasion que, antes de emprender su marcha, recojióse cristia–

namente el artista pendenciero a la

caoa.

de ejercicios de San Ignacio de

Loyola, y

allí

purgó sus culpas

y

su estocada.

I gnoramos, sin embargo, si :M:oyen hizo esb romeria movido de espontánea

piedad o por mandato de la lei. Cumple a nuestra conciencia el declarar, a

pesar de esto, que creemos lo último, porque ya en esa época hacia ostenta–

cion de ser prosélito de los filósofos que con tanto asombro se levantab.·m en

la propia metrópolis, donde en

la.

vecindad de los palacios se habia mecido

su cuna. Ya desde su último naje de Lisboa a Rio Janeiro, uno de sus com–

pañeros de navegacion,

y

que debia serlo despues de sus verdugo:;;, en

eali-