-28-
•
1'el'JJÚJlada
aqui
la
esposicion de las doctrinas teolójicas,
así
como de
w
apreciaciones de historia, de filoaofia, de aritmética y aun de nigromancia
a qne
se
entrega el erudito apolojista de la Inquisicion, cúmplenoa
res-
~n~r~
•
Pero no queremos, como antes dijimos, que sea nuestro humilde eco
ei
que ae haga oir en esta árdua aunque anticuada controversia. Nó. Queremos
qu¡¡ la Inquisicion &CUI&dora
y
'acusada
se conteste, se delate, se
juzgue,
se
castigue a si propia; queremos que de
sus
cenizas,
para siempre apagadas; de
sus
sombríos
calabozos,
todavía
en
pié; de
la
tumba ignorada de
sus
mártires
y de sua mas conspicuos verdugos, se levanten los testigos del proceso que
vamos a hacer a
t1U8
abominaciones infandas, despues de
haber
escuchado
y
dado
cuenta pacientemente de las deposiciones de su canonizacion, de los
conceptos brillantes de
su
apoteósis.
Nuestra
respuesta no
será
pues recusable.-
Es
una víctima
del Santo
Ofi–
cio
la
que viene a tomar nuesúo puesto de polemista y a contestar a
sus
preconizadores, trayendo levantado
en sus
dos manos
el
propio inicuo
y
bár-
,
baro juicio, por el
C11al
los'sayones del absurdo y
la
maldad condenaron
sus días
a un eterno h.orror,
a
virtud
únicamente de delitos imajinarios de–
~
o por
culpas
leves de
palabra,
que habría bastado
a
perdonar
la
~ple
absolucion de un sacerdote!
En
el progreso de la vjda, de
las
torturas
y del melancólioo
fut
del peni–
t.eueiado
Franci«o M
oyen
que
va en
seguida
a leene, encontrará,
pues, el
digno
prebendado
~ejirista
de
la
Inquisicion
la
solucion oportuna de
to–
doe
y
cada
uno de los argumentos
cuya
tijera enunciacion hemos hecho,
y
al–
gunos
de los que quedan ya contradichos, con demasiada abreviacion talvez,
pero
con una iÍúl.exible lealtad de propósito,
ruda
solo en la forma, y abonada
siempre por la buena fé que, en nllE*tro concepto, despues
ae
la natural
cortesía
<le
las
jentes
1
es
la
primera condicion
"tie
Wdá
obra
~
polém.ica: