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-18-

xía

1:\

deiJaJ querida de su culto. Para él la Inquisicion que quemó

vivas

J.

y

en estátuas mas de cuarenta mil criaturas humanas,

y

castigó con el tor–

mento

y

otras horribles penas un número

~;eis

veces m<Lyor, fué un tribunal

de

clemencia,

de

raridad,

de

proteccion,

un

asilo,

en fin, en favor de los he–

rejes mismos que quemaba a fuego lento, que descuartizaba en el potro, que

hacia

morir lentamente por el terror

y

la miseria. Semejante a un lanchero

del Maule que se jactaba de haber salvado a un náufrago ingles, porque

mientras con una mano le tenia sumerjido, con la otra le bautizaba con la

misma agua en que se ahogó, el caritativo prebendado tributa en su con–

ciencia una admiracion profunda, un amor tierno

y

respetuoso por aquella

madre de los cristianoo que si Jos torturaba

y

los reducía a cenizas era solo

por caridad, por protejerlos contra la lei civil, contra los reyes, contra. ei

populacho, a fin de restituirlos a las esferas celestes

sin

que hubieran de pas:tr

por las llamas del infierno...

Santos cielos! No de otra suerte podía, por fortuna de la ' humanidad,..

defenderse en la hora que corre, la mas horrible, la mas inhumana y la mal'

impía de todas las aberraciones que han oscurecido los siglos de infancia

para la razon

y

el derecho, para la fé y

In.

relijion!

Otro argumento

ad lwmine

del celoso prebendado. La Inquisicion es abo–

rrecida porque la creó la iglesia. Si su fundador hubiera sido, no un pa¡m con

túnica de púrpura como

ixto IV, que otorgó la bula de creacion a los reyes

católicos, o un fraile dominico de negra cogulla como Tomas de 'l'orquemada.

que quemó vivos

oclio mt1

herejes, sino un hombre de frac o de peluca, un

filósofo como Diderot, un regalista como Campomanes, la Inquisicion habría.

merecido los aplausQs de todos los libres pensadores.

"¡Ah! Si algtm enemigo de la iglesia hubiese concebido

y

realizado el pen–

samiento de la Inquisicion,

esgl:J.nm

su glorificador, de seguro que faltarían

palapras para encomiar su noble y grandiosa institucion. Todas las galas del

talento

y

del arte se agraparian hoi en torno de tan venerando nombre; cien

dramas preconizarían su gloria; mil

y

mil

estátuas lo mostrarían coronado de

yedra a las futuras jeneraciones,

y

las calles

y

plazas resonarían con las voces

de los bardos que cantarían

la.

celsitud del dramaturgo."

Pero no son solo

las

atrocidades de Ia Inquisicion l:ls que apasionan en su

defensa a su panejirista. Todo cuanto le pertenece es objeto, como en breve

veremos, de su reverencia o de su elojio. Los ab urdos mas inauditos conde–

nados por la iglesia.

misma,

pasan a ser, para su criterio, articulos de fé tan

luego como se convence de que

la

Santa Inquisicion

amparó aquello.s absur- ·

dos. La brujería, la nigromancia, los pacto.s con el diablo, toda esa monstruosa

cosmogonia el¡piritual de siglos ya remotos, resucita para él con un esplendor

irresistible

y

una fuer.z.'l de conviccion inapeable. La Inquisicion, por ejem–

plo, quemaba brujos

y

hechiceros. Luego es preciso creer en los brujos de–

una manera irrevocable. No importa que los sínodos de Chile hayan declarado .