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j•I'Íilt<'l'
Jw¡¡t~re,
porque a
pocas
lun·as
de esta clicha crea<Jion, hallamos que
pecó,
quebrantando el mn.ndamiento de Dlos,
y
como transgresor fné luego
buscado, y juzgado de ese mismo Dios y sentenciado por su delito, como
consta de la sagrada escritura."
(1)
De aqui, de este amor paternal del primer Torquemada
y
Felipe
II
por la
Rociedad c11.stiana,
\7i.nopues en la opinion del señor
prebeiid~do
Saavedra,
"de que el establecimiento de la Inquisicionfue
racional
y jnsto" (páj.
47)i
qno
"el órdcn
y
ventura de los pueblos reclamasen su establecimiento (páj.
14); que, segun el cortesano de reyes
y
de concubinas reales', Capefigue,juese
aquella tl
p1·irner fllibunal que
proclamó la
igualdad
ante
la leí
(páj. 118)
y
que por último, segun el protestante Ranke,
se hiciese
propiame:nte
popular
en
E
paña
y
r¡ue
el pueblo
la
quería
CO'Ino
una
institucion nacional."
Y cierto que así era, pues nosotros pensamos como Ranke, _que los
~spa
üolcs querian los
autos de
jé
como quieren las corridas de toros,
y
por aquí
se esplica ¡¡u antigua y su moderna barbarie; eminentemente naeional!
, Otro de los justificativos traclicionales de la
Inquisicion
es el derecho que
tiene la iglesia de arrebatar al poder civil la espada del castigo. Los reyes.
quemaban a los herejes. Pues entonces por qué no había de quemarlos la
iglesia1 "La. actitud de los gobiernos civiles, clice el señor Saavedra, con los
herejes, fué
otra
causa
que
imp1tlsó
a la iglesia a crear la Inquisicion. Ya
hemos visto q_ue por disposiciones del derecho romano, entonces vijente en
Europa,
disposiciones renm>adas recientemente
(~)
los herejes e!ltaban conde–
nados a pena. de muerte. Para ellos no había mas que dos tribunales: el civil
y
el de
la
penitencia sacramental Pero, éste solo ejerce su jurisilircion en
los que voluntariamente nenen a confesar su falta,
y
los tribunales civiles
oprimían
siii
ilustrar el entendimiento, herían sin mejorar él corazon, mata–
ban sin inspimr remordimientos,
sin
reconciliar con Dios. · La iglesia,
en
81~
deseo
de
sustraer a los herejes de
la
pena de
muerte,
ganándolos
pa~
Dios
y
la sociedad, ideó un
tribunal medio
que buscase a los criminales, los ins–
truyese, produjese en ellos remordimientos, que cambiase los castigos en
penitencia
y
que fuese atemperando la pena al grado del dolor
y
arrepenti–
miento
loaJta convertir
el
cadalso
en
absolucion:
este
fué
el tribunal de la
Inquisicion. tFué un bien o un mal el que la lgl!JSÍa sostituyese el amor,
la
edncacion
y la
penitencia
a las
Sa1lf}rt.entas
ejem1ciones
de
la.
lei
civil~
"¡Ah! Mucho se vanagloria el siglo XIX' de haber concebido el feliz pen-
(1) Mas lejos que el mejicano,
fué
el escritor
pernan11
Barmudez en su famOI!a obra
titulada:
Triunfoa
ild
&mto
Ofo;io
ptf"Ua!IO,
pues
diée
(páj. 8) que "Dioá como
PRIMER
INQUISIDOR
conoció en
la
causa de Adan"-Este disparate nos
hace
recordar el de aquel
.fraile
palaciego, compatriota.
y
contemporáneo del Dr. Bermudez, que en
la
recepcion
de un contador mayor en
Lima
sostuvo en sn sermon que Dios babia. sido el primer
contador mayor, porque
al
quitarle a. Adan su costilla
para.
fo~
a Eva., ha.bia heeho
la
primera
ruta
y
la
primera
multiplicaciO'Il.