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samiento del
sistema penitenciario.
L!l. iglesia. lo conc(bió
1
realizó seiscientos
años antes,
y
lo realizó pam impedir que miles dé herejes sufriesen la últi–
ma pena., y esta
caridad
solo le ha valido zumbas y anatemas."
Pero no es esto todo. No solo fué una
caridad
el crear cárceles secretas y
la.
pira de fuego para las victimas involuntarias del error, de la duda o de la.
verdad misma. La magnanimidad de lit iglesia fué mucho mas
allá.
La In–
quisicion fué creada
en favor
de los mismos herejes.
"Otra. reftexion viene a poner mas en trasparencia la oportunidad de la
Inquisicion, añade el señor Saaveclra. La iglesia. la estableció, no solo en
-defensa de la fé cristiana y del órden público amagado,
~o
ta.mbien
en
bene–
ficio
de
la
seguridad individual de los misnws
herejes.
Las continuas violen–
cias de los disidentes habían ya producido una gran fermentacion en los
ánimos de los fieles, y provocado represalias."
"La. iglesia, estableciendo pues, continúa ellójico panejirista (páj. 21,) la
Inquisicion,
libr5 a los disidentes
de ser juzgados por pobladas frenéticas'o
rebaMdos
por la espa¡Ia de los esbirros del poder, dió a los pueblos una
leccion de moderacion
y
humanidad,
señaló a los reyes el camino de
la
cle–
?nencia
e hizo conocer
cuánto
apreciaba
la
vida
de los hombres, aun cuando
fuesen sus
enemigos.
"¡Ah! Vosotros que tanto o pr ciais de dar toda su importancia a. la. vida
del hombre; que tanto rea.l.zais las instituciones que tienden a ampararla. tcó–
mo no entonais
himnos
de
gracias
a
la
iglesia católica por haber instituido
la
Inquisicion
como una preciosa garantía
de
la
vida
humaM?
Pero tqué digo1
iÚómo se esplica ese fenómeno de que le reprocheis el haberla establecido1
¿Hizo mal en ofrecer a los herejes
un asilo
que los eximiese de ser descuarti–
zados por el turbulento y furioso
popula~oT'
Es
esto creiblP.1 Es esta la lójica con que nos ha batido el prebendado
triunfador del
biDEPE::mmNTE1
Es
esa la flecha que n¿s ha clavado en el
corazon con t:mto júbilo de sus críticos1
Es
siquiera una argumentacion
sé–
ría delante de la. hü•toria, que la Inquisicion convirtió en siglos no remotos
en una inmensa hoguera., delante de la. teolojia misma, adusta e impasible,
que erala mecha con que el fanatismo
esco~co
arrimaba fuego a. los leños
de aquella1
No lo cree así,
sin
emb"argo, el apolojista de la pira, y segun su creencia,
la culpa de que
la.
Inquisicion no haya. sido hasta aquí comprendida en su
mision divina (páj. 4) "está- en los que
falseando la hiStoria
para hacerla.
servir a sus siniestros planes, han estraviado tanto a.
los pueblos modernos.
Se
ha logrado aturdirlos con la incesante vocerb d:e crimenes, torturas, ho–
gueras y hecatombes, y despues ha sido fácil inocular en ellos el encono,
y
guiarlos
al
frenesí."
El digno prebendado de Santi3.oao se manifiesta en esta parte intransijente,
violento, implacable con los que han profanado con la
mentira
y
la
calum-
Fu.I.Nc. il!OY.
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