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.

,.

-102-

Ua!,

que equiva.lian a una muerte mas horrible, s1 bien mas lenta, que

la

de la misma h

oguera!

"Y no se

~~

jar:í.n

todavía, esclama triunfante el apolojista de

la

In·

quisicion, a quien combatimos con sus propias armas,

(1)

no se sonrojarán

todavía los

muchos ignorantes

que repiten hasta el

fastidio

la

cantinela

de

los

procaos

inúnws

de

la lnr¡uis1·cion?

tAun dirán que bastaba una

nl.e?'a

de·

Tacicm

para ser aJ¡,

errojado.en

aquellas espantosas ma.znwrras, y conducido a

la

lwgu.era?"

Nó, señor prebendado, no nos sonrojamos.

Y

ni como cristianos, ni

eo;¡no eacritores ni como

igrwrantes

os pedimos tampoco que os sonrojeis a

vustro

turno, porque aun para esos cargos

y

esas ofensas os atribuimos per·

fecto derecho, a virtud de nuestra manera de entender y practicar la santa

relijion de que vos sois lnÍnistro

y

nosotros solo un humilde lnÍembro.

La

hofl:iblA sentencia del

INOCENTE

pero

sospechoso

reo se cumplió, entre

tanto, con toda su bárbara minuciosidad, el

6

de abril de

1761;

y

Francisco

Moyen, aquel hombre lleno de intelijencia

y

de vitalidad, inspirado a

la

ve:ll

por

la

ciencia y por el arte; aquel cristiano que habia ido en peregrina.cion

al sepulcro de los apóstoles; aquel católico que habia hecho los ejercicios de

San Ignacio en Buenos .Aires

y

dado una parte del fruto de su trabajo

para

el sosten del culto en Potosi; aquel reo de sospechas que había protestado su

arrepentimiento y pedido misericordia por

su

iguora.ncia, aquel mártir, en

fin,

y

aquel inocente segun el proceso mism(). de sus verdugos, salió de las

bóvedas en que había jelnÍdo durante

b

lnÍtad de su vilia; y vestido con

la

túnica de infalnÍa de los penitenciados, llevando uná soga al cuello, una aspa

de palos sobre sus espa.lda.s y montado en una bestia de albarda, paseá–

ronle como

a

un loco entre

la

irrision de

la

plebe, lnÍentras que sus

sa–

tánicos verdugos, los esplotadores de su dolor

y

de su jénio,

m~tidos

en

sua

aoberbias carrozas, iban gozándose de su obra!

Y

todo esto que lo habían

absuelto

y

"habían querido

lwher

con él benigrw.

y

piadosa mente por

ciertas causas

y

Justos

respetos

que

a ello

lu

'TIWtrian."

Pero todavía no hemos concluido.

Despues de

lá.

crueldad de sus jueces quedaba por cumplirse

la

obra de

~SU

infamia.

TerlnÍnada en efecto la abjura.cion pública del 6 de abril, Moyen fué lle·

vado por

la

última vez a

la

presencia de sus carceleros, y allf, como un

pos–

terior mandato, le exijieron incontinenti y bajo pena de escomunion mayor,

late

lfentencia!,

una última vileza,

la

de que denunciara todo lo que supiese

so\>re

las

hereji~

que habia oido proferir a sus rompañeros de cautividad

y

a los lnÍsmos empleados de

la

Inquisicion! Por manera que aquel horrible

proceso, que habia comenzado por

la

villanía.

de una delacion aleve, terminó

(1)

Rdpicfa

ojtJJ.da,

paj. 62•