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<JAPÍTULO XXVII .

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dos, sino tambien detalles mui poco halagadores de los que

por dinero habian comprado sus oficios. Así, se decia, que

José de Arescurenaga: el primero que hubiera merecido

jubilarse, babia dejado su plaza a un hijo suyo nde con–

ducta desbaratadan, lleno de vicios, suspenso por el Ordi–

nario i tildado de toda la ciudad; que Gaspar de Orue,

tambien jubilado, babia cedido su lugar a su prim·o Pablo

de la Torre, nsuJeto ele lengua voraz, enfermo, de cuasi

ninguna asistencia a su obligacion, lleno de dependencias,

de 1nalos créditos,

i

que apénas sabia escribir"; que Zal–

duegui había obtenido el puesto de capellan, apesar de ser

un sujeto que pasaba los dias nde tienda en tienda de los

comerciantes, de conducta notada de todas las jentes, inep–

to para su empleo, distraído i sin cabeza;" i por fin, que

creciendo en audacia, con asombro de la ciudad, babia

merecido comprar en catorce mil pesos su puesto de· In–

quisidor.11

Tan escandaloso llegó a parecer este tráfico, iniciado en

el año de

1789,

que el

23

de setiembre de

1792,

frente a

la Catedral, en uno de los pilares de los portales de la pla–

za principal de Lima, amaneció fijado un cartel, formado

con letras impresas recortadas de otros papeles, que decia:

AL

PÚBLICO.

Quien quisiese hacer posturas a empleos

de Inquisicion, acuda a la ojic1;na de don Fernando

Piélago, secTetario de ella, que los tiene de ren1.ate, en

virtud del poder de sus amigos

y

par1;entes en la corte,

sin obstar el ser tendero, ni para Inquisidor fiscal.

UN

IDIOTA.

Con estos antecedentes, el Consejo no pudo ya disimu–

lar mas, disponiendo que Abarca

i

Matienzo abriesen una

informacion sobre todos los puntos denunciados, i al efecto

levantaron aquellos un espediente en que, sin profundizar

demasiado las cosas, llegaron a persuadirse que cuanto se.

11.

Carta

de Pedro de Ama1·an ya-citada. Segun pareció despnes, esta

firma era solo un seudónimó, empleado sin duda para no captarse la

mala voluntad de los denunciados, quienes, por cierto, no habian de

agradecer el interes que en ella se manifestaba por las cosas del Santo

Oficio.

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