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LA INQUISICION DE LIMA
cion.
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El canónigo de Trujillo José Ruiz Sobrino, desem–
peñaba la fiscalía desde
1798,
i, por fin, Pedro Zalcluegui,
que de barrendero i
sacrist~n
de la capilla del Tribunal,
habia ascendido a Inquisidor apostólico.
Todo el mundo conocía en Lima el oríjen de Zalduegui
i la historia de su carrera. Se sabia que habia dado mil
pesos al capellan mayor del Santo Oficio para colocarse en
su lugar, que era "un jentil badulaque", que nunca habia
pensando sino en comercios i testa1nentarias lucrosas, i
que el título de bachiller en teolojía con que se decoraba,
lo habia con1prado tambien. Los vecinos de Lima no po–
dían tomar su promocion a lo sério, i de tal manera, que
con pretesto de su recibimiento se reunieron algunos para
darle la enhorabuena, concluyendo por convertir el fes te-
. jo en una solemne burla. Atando cabos, luego se dijo en
la ciudad que su título de Inquisidor lo habia comprado,
i
de averiguacion en averiguacion, se descubrió que ello
no solo era verdad, sino que en la secretaría de la
J
eneral
Inquisicion, el oficial mayor Cristóbal de Cos tenia en
venta los puestos del Santo Oficio, sin que para obtener–
los hubiese mas trepidacion ·que la suma que habia de en–
terarse a su ajente en Jjma, Fernando Piélago, uno de los
secretarios del Tribunal.
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En comprobacion de esta creen–
cia~
se citaban varios hechos. Manuel del Vado Oalderon
habia dado tres mil pesos por la secretaría de Secuestros; el
mismo Piélago otro tanto por un destino análogo; Narci–
so de Aragon, seiscientos; Manuel Arrieta, por jubilarse en
los términos que lo pretendió, mil etc.
No faltó quien enviase informes al Consejo de lo que
pasaba, añadiendo no solo nuevos hechos a los ya espresa-
9. 4.-barca nació en 1748, estudió en el convento de San Francisco
de su ciudad natal, se ordenó de misa en 1774, obtuvo, en seguida, un
beneficio en
~·ovales
i mas tarde el rectorado de la Universidad de Oña–
te, donde rejentó la cátedra de Instituta civil.
10.
ccDon Lúcas de Quiñones i don Cristóbal de Cos empezaron
a
escribir cartas a Lima a don Manuel del Vado
i
don Fernando de Pié–
lago, pariente de Cos, que todo el que quisiese pretender empleo en el
Santo Oficio, les enviasen poderes
i
dinero, que aunque la cosa fuera
de la mayor dificultad, se conseguiria, porque tenían valimento para
todo, como así se verificó.)>
Carta
de Pedro de Amaran de
20
de julio
de 1793.