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LA INQUISIOION DE LIMA

por su parte Amusquíbar a las íntimas relaciones que su

colega Rodríguez cultivaba con Calderon, que aun perma–

necía retraído en su chacra, i por servir cuyos intereses

en la dote de cierta monja, había no solo tomado su

partido, sino avanzándose hasta enviar a la puerta del

colejio en que vivía una compañía de soldados armados

7 •

Lo cierto era que ambos inquisidores, no contentos con no

verse, despachaban cada uno en sus respectivas viviendas,

que, como hemos advertido, a causa del temblor de 17

4

7,

no estaban ya en el mismo edificio, sino en casas separa–

das i hasta distantes.

No podía tampoco Amusquíbar perdonar a Rodríguez

que con ocasion de la real cédula de

20

de julio de 17

51,

que negaba a los ministros del Santo Oficio el fuero acti–

vo en lo civil i criminal, incurriese uen la vergonzosa de–

sercion" de no haber resistido su cumplimiento, poniéndo–

se de parte del ·virei, que lo exijia, no habiendo sido de su

mismo parecer en adoptar la escusa que para ello se daba

de no haber sido pasada esa real disposicion por el Conse–

jo de la

J

eneral Inquisicion, siendo que a todas luces esa

órden importaba el golpe mas tremendo que jamas se

hubiese asestado a los privilejios i autoridad del Tri–

buna18.

Así, poco mas tarde, para descargo de su conciencia,

segun sus testuales palabras, peclia terminantemente que

p0r la notoria i total insuficiencia de su colega, que le

constituía inútil para ministro del Santo Oficio, se nom–

brase otro sujeto idóneo i se colocase a aquél en una mi–

tra, que, segun se decía, anhelaba ansiosamente, buscando

para el efecto infor1nes favorables del ·virei ucon que de–

bilitar

y

desvanecer los que estaban anticipados contra su

persona en el Consejo y Cámara de .las Indias, por el Ca–

bildo eclesiástico, Presidente, Real Audiencia

y

Fiscal de

los Charcas; y aun en el caso de no poderse proporcionar,

añadía, la insinuada promocion, es urjentísima la necesi-

7.

Carta de Amusquíbar

de 26 de abril de 1753.

8. Los autos que se siguieron con motivo de esta competencia son

bastante voluminosos, )?ero nos ha parecido bastante dejar aquí cons–

tancia del hecho, para tratarlo con alguna mas estension en el capítulo

final de esta obra.