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LA INQlJIS1CtON

D~

LIMA

diesen Amen. El cual se dijo con innumerables voces que

mostraron el afeto y religion interior.

u

Comenzóse el sermon, que predicó el maestro fray Luis

de Vilbao. calificador del Saüto Oficio y catedrático de pri–

ma de teología en propiedad de la UniYesidad, sermon

tan a propósito como docto,

y

tan espiritual como alaba–

do, siendo el tema las palabras que dijo el apóstol Santo

Tomas (cuyo dia fué), cuando abjuró su incredulidad

y

confesó nuestra fe:

Dominus meus, et Deus meus.

11Estaban no1nbrados para relatar las causas los dos

secretarios del secreto, y el notario de secretos Antonio

·Don1inguez de Balcazar; el doctor Tomas de

Avenda.ño

,

catedrático de código en la

U

nivcrsidad, Garcia de Tama–

yo, escribano de registros,

y

el licenciado Chaves, y el

licenciado Salazar, relatores de la Audiencia Diego de Ve–

lasco y Fra.neiseo Flores, secretario de la Audiencia Real,

y

Rafael de Cuéllar de San Pedro, escribano de juzgado

mayor de difuntos, que en alta voz inteligible a todos, re–

latasen las ·bausas, que sacaban de los cofres de plata, que

estaban puestos sobre bufetes, eubiertos de terciopelo, jun–

to al púlpito, donde las causas se leyeron por el órden

siguiente:

11 Comenzó a relatar la primera causa el secretario

~Iartin

Diez de Contreras.

"Francisco de la Peña, que su propio non1bre es Fran–

cisco de Victoria Barahona.,

n~ttural

del pueblo de Pazos,

en el valle de Buron, obispado de Lugo, en Galicia, n1er–

cader, descendiente de cristianos nuevos, casado en Fran–

eia con las ceremonias judaicas,

y

en la Puebla de los

Anjeles segunda vez con otra muger, como lo manda la

Santa Madre Yglesia Católica Romana, por observante de .

la ley de Moyses, judaizante

y

encubridor de hereges, y

que cursó las juderías y sinagogas de Francia,

y

en ellas

defendia, y continuaba así su apostasía como sus errores.

11Domingo Perez, portugues, natural de la ciudad de

Angra, cabeza de la Isla Tercera, de oficio zapatero, ca–

sado en la villa de Guancavélica, por sospechas de judío,

y

que con1o tal nunca habia tomado bula de la Santa

Cruzada, haciendo menosprecio de ella, rornpiéndola a su

muger, a quien no consentia oir misa, ni a

su

familia, ni