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LA INQUISICION DE LIMA
un jubilado;
y
al lado izquierdo de su
Excelenc.iael señor
oidor dotor Juan Ji1nenez de
~1ontalvo,
como el mas an- ·
tiguo de las sa]as. Tras· de su Excelencia el General de la
caballería don Enrique de Castrillo
y
Fajardo, capitan de
los gentiles hombres, lanzas ele la guarda de reyno,
y
con
él Pedro de Zúñiga Zubaco, caballerizo mayor de su Exce–
lencia, a quien seguían todos sus criados
y
gentiles hom–
bres; tras ellos la con1pañía dicha de las lanzas. Autoriza–
do
y
lucido acompaflan1iento, copioso de noblezas, letras,
armas
y
adornos.
"Con este órden entraron en la Ynquisicion, adonde
habiéndose quedado a la puerta las comunidades, cabildos,
compañías,
y
lT
niversidad; la Real Audiencia entró en el
prirner patio,
y
su Excelencia hasta el segundo, donde
halló a los sef1ores Ynquisidores, puestos so1nbreros sobre
los bonetes, que llaman de auto, insignia de delegados de
su Santidad
y
defensores de nuestra Santa Fe; y el fiscal
estaba a caballo con el estandarte; y habiendo hecho su
Excelencia
y
los señores Ynquisidores sus cortesías, en
que estuvieron presentes
y
cabales~
recibieron en medio
al Virrey,
y
diciendo el señor Ynquisidor mas antiguo,
11anden vuesas mercedes" volvieron a salir como habi3¡n ve–
nido, añadiéndose solo que al fiscal
y
estandarte de la Fe,
llevaron en medio el señor dotor Galdos de Valencia, oidor
ménos antiguo,
y
el señor dotor Celda, mas antiguo alcal–
de de corte. Así llegaron a la plaza mayor, donde estaba
el escuadran dicho, que en viendo entrar por la plaza el
estandarte de la Fe
y
a su Excelencia, abatieron las ban–
deras en señal de reconocimiento, con salva
y
cortesía mi–
litar.
11Llegaclo al cadalso, se quedaron las co1npañías de los
jentiles-hombres, lanzas
y
arcabuces a los lados del tabla–
do, la de los lanzas a la n1ano derecha,
y
a la izquierda la
de los arcabuces, remudándose por tropas, estando de guar–
da, sin que faltase de los pueblos la mitad de cada una.
El escuadran de la infantería estuvo formado hasta medio
dia,
y
despues cada co1npañía en cada esquina de la plaza;
de suerte que estando con comodidad, la tuvieron guar–
necida;
y
a las cuatro de la tarde se volvió a formar el
escuadro~,
como queda dicho.