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LA INQUISICION DE LIMA
do tormentos, por declaracion de los que echó al puerto del
Callao el enemigo holandes,
y
por indicios conoció de esta
causa el señor dotor don Francisco de Alfaro, auditor ge–
neral de Su Excelencia, reconciliado con sambenito per–
petuo.
11Doña Luisa de
I.~izarraga
del Castillo, natural de la
ciudad de Trujillo en estos reynos, que habia sido ántes cas–
tigada por casada dos veces,
y
agora por hechicera
y
embus–
tera, asegurando voluntades agenas y cosas por venir,
y
que unas so1nbras le clecian lo que queria saber; dijo no
haber tenido pacto con el demonio,
y
confesó haber hecho
sus en1bustes por ganar plata
y
aplausos.
''Isabel de Ormaza o Isabel de
J
esus, que trae hábito
de santa Gertrudis, natural de Lima, casada en ella, cuar–
terona de india., que fingió milagros,
y
que sanaba enfermos
de varias enfer1nedades;
y
veía a nuestro Señor por sus
mismos ojos,
y
que una rosa iba siempre delante de ella
por las calles,
y
que padeció las penas
y
dolores que nues–
tro Señor había padecido en su pasion. Estos
y
otros em–
bustes confiesa haberlos hecho porque la tuviesen por santa
y
que para introducirse en eso había dicho que la incen–
saban los ángeles,
y
la daban música los serafines,
y
la Vír–
gen nuestra Señora la decía que comiese chochos. Confesó
con humildad sus mentiras
y
liviandades, pidiendo mise–
ricordia.
11Don Diego de Cabrera, clérigo de evangelio, natural de
la Concepcion en Chile, porque se hizo ministro de la Yn–
quision, no siéndolo;
y
por ·haber confesado
y ·
absuelto
sacramentalmente a a]gunas personas en esta ciudad, sin
ser sacerdote, recibiendo limosnas de misas.
11Manuel Nuñez Magro de Almeyda, presbítero, natural
de Condeja, junto a Coin1bra en el Reyno de Portugal, de
casta
y
generacion de judíos, apóstata, herege, aln1orzaba
ántes de decir misa, e hizo
y
dijo cosas indignas de escri–
bir,
y
por judaizante, impenitente, contun1a.z, que desespe–
rado se mató en la cárcel, sin que amonestaciones de con–
fesores le pudiesen hacer decir
J
esus, matóse de hambre
y
ántes de morir entró un espantoso torbellino por la ven–
tana de la cárcel que a él
y
a quien le estaba aconsejando