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LA
INQUISICION DE LIMA
de dar cuenta, los que a juicio del Tribunal merecían nota
especial, eran las hechiceras i alumbradas. uTenemos por
cierto, espresaban, en efecto, los jueces con ocasion de
aquella fiesta, que se ha hecho un gran servicio a Dios
nuestro Señor, y bien a este reyno, atajando el daño que
iba creciendo con la finjida santidad de estas mujercillas,
que casi pudiéramos decir alumbradas.
u
Entre las procesadas por entónces habia, con todo, una
que merecia a los Inquisidores especial mencion.
u
Mas ha de doce años, referían, que ha corrido voz pú–
blica en esta ciudad que doña Luisa Melgarejo, muger del
doctor Juan de Soto, tenia relaciones, visiones
y
favores
del cielo, que era muger santa, y que decia que sabia
cuando las ánimas de los difuntos salían del purgatorio,
e iban carrera de salvacion, en que han corrido diferentes
opiniones, diciendo unos que. era gran sierva de Dios y
teniéndola por santa, consultándola casamientos, empleos
y
viages, teniendo por cierta su respuesta
y
que la daba
con espíritu superior; otros
y
los n1as cuerdos, que era
embustera,
y
que no era posible que habiendo tenido poco
ántes largo amanceba1nieuto con su marido, casándose con
ella compelido por la j Qsticia, y otros descuidos en esta
ra9on, que la veyan bien comida y bien bebida, el. rostro
hermoso y lleno, que no denotaba penitencia, y que los
arrobos públicos que hacia heran fingidos, enderezados al
interes e grangerías que recibia en su cassa de las mugeres
libianas que acudían a pedirle encomendase a Dios sus
cosas,
y
se decia público, que doña Luisa hera la ymágen,
y
el doctor Soto la vacinica., donayre dicho de don Bias
Altamirano, y tan celebrado de todos cornunmente, y de
los de mas de buen sentir tenido por verdadero;
y
aunque
muchos hombres doctos lo murmuraban, no la testificaron
en esta Inquisicion hasta el mes de julio de mil seiscientos
veinte
y
dos, como parecerá por la copia del processo cau–
sado contra la susodicha que remitimos a Vuestra Señoría
con ésta.
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visto en consulta, en catorce dias del mes de noviem–
bre de mil seiscientos veinte y tres, se acordó se recogie–
sen los quadernos y papeles que habia escrito la dicha