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LA INQUISICION DE LIMA

a España no

sentaría en el Consejo sin traer ménos de

cien mil pesos

11 •

Consiguióse con el Rei que se permitiese a Arenaza

embarcarse en navío de Portugal, por temor a las escua–

dras inglesas;

i

despues de proveerse de sesenta cargas de

n1ercaderías preciosas

i

de algunos negros, destinado todo

a venderse, el visitador

i

Altolaguirre salían de Lisboa en

direccion a Rio de J aneiro, adonde llegaban, a n1ediados

de

1744,

dcspucs de sesenta i dos dias de viaje,

u

hechos

un esqueleto, enteram-ente desfigurados, como todos los

demas del navío

12 ."

A principios de noviembre Arenaza se hallaba en Bue–

nos Aires, donde tuvo noticias de que en Lin1a se sabían

ya todas las circunstancias de su viaje, lo que le hacia

esclamar: 11así vuelan estas noticias, y así se resguardan los

recelosos de su conducta

13 ."

S

iguió desde allí por tierra hasta Santiago, en colnpa–

ñ.ía

del obispo

r~cien

nombrado, don Juan Gonzalez Mel–

g

arejo, entrando en la ciudad en medio de las demostrar

ciones pü.blieas con que manifestaba

"SU

gran veneracion

en obsequio del

Sa~to

Oficio, accion n1uy propia d.e la

nobleza de su solar

14 ;11

llegando, por fin, a Lima a prin–

cipios de

~nayo

de ese misrno año. El

15

presentó sus

despachos

15 ,

i

acto

continuo~

en compañía de los demas

Inquisidores i ministros pasó a tomar razon del dinero

que existia depositado en el fuerte. Dos semanas mas tar–

de, una mañana, al bajar de sus habitaciones a la capilla,

para oir la misa, el notario de la visita notificaba a Unda

. 11.

Representacion que por via de recurso hace el doctor don Cristóbal

Sanchez Oalderon,

páj.

11,

impreso.

12.

Carta

de Arenaza de 30 de agosto de

1744,

datada en Rio de

Janeiro.

13.

Id.

de 6 de noviembre del mismo año.

14.

Id.

de

14

de febrero de

1745.

15.

Merece notarse que en el interrogatorio que en España se dió al

Visitador para que por él examinase los testigos, se encuentran las pre–

guntas siguientes, que manifiestan, como se verá, de una manera indu–

dable, que allí se estaba perfectamente al cabo de la vida que en Lima

- hacian los Inquisidores.

<(Si saben que los dichos inquisidores

y

cada, uno de ellos viven hones–

tamente

y

sin tener acceso a las mujeres presas o hijae o parientas de

presos o difuntos llamados por el Santo Oficio, o de sus parientes de

los