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CAPÍTULO XXI

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precio esta alma, aunque padezca perpetuos tormentos.

u

En el curso de la causa se acusó tambien de algunas

' adoraciones que habia hecho en las huacas i de otras cé–

dulas que habia firmado a su amigo Luzq_el, de las veces

que revestido con los trajes sacerdotales bendecía el agua

en el hospital, del empleo que hiciera ele las plumas de

cierto pajarillo para obtener los favores de las mujeres;

aunque negando siempre que hubiese tenido pacto con el

demonio, a quien declaraba injenuamente que jamas ha–

bía 1nerecido ver ni oir. .

,

Salió al fin condenado a salir en auto, si le hubiese, o

si no, en una iglesia, donde se le leyese su sentencia con

méritos, teniendo puesto durante el acto un sambenito de

dos aspas, a que abju:rarse

de vehemente

i fuese reconcilia–

do en forma.

Juan Bautista de Mazay, tratante en mercaderías, re–

sidente en Loja, natural de Liorna, de sesenta años, preso

en el lugar donde vivia, en

1692,,

por blasfemo, porque

hallándose enfermo le dijo al que le curaba nvoto al cuer–

po de Cristo, que si me lastimas me lo ha de pagar María,"

i porque otra vez reprendiéndole una persona por que lla–

maba a los demonios, volviendo el rostro hacia un crucifijo,

esclamó: nmi alma no es tuya sino de los demonios" i co–

jiéndole en las manos, lo arrojó con rabia al suelo. Dos

calificadores espresarori que por la patria del reo, señales

que llevaba en los brazos i por hablar la lengua morisca,

debia considerársele como hereje formal, aunque los res–

tantes sostuvieron que solo era sospechoso de herejía vio–

lenta. Negando redondamente los hechos que se le impu–

taban

i

justificando oir misa i cun1plir con los demas

preceptos de la Iglesia,

fué

condenado solamente a que se

presentase en la sala de la audiencia a oir la lectura de su

sentencia sin méritos, a que fuese reprendido i a que po

regresase mas aLoja.

Andres Flores de la Pana, alias el fámulo, carpintero,

casado, vecino i natural del Cuzco, fué denunciado de ha–

ber dicho que no en balde habían crucificado i puesto en

la vergüenza a Cristo, i que estaba con mucha razon bien

azotado; que ojalá le partiese un rayo o se abriese la tie–

rra hasta tragarle i le acabasen de llevar los diablos; que

TOMO II

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