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LA INQUISICION DE LIMA
juntaba con otras mujeres los juéves
i
viérnes, volando
de noche en figura de patos, diciendo estas palabras: 11de
viga en viga, sin Dios ni Santa María, lúnes
y
mártes
y
miércoles tres",
y
estándolas profiriendo en una de dichas
ocasiones, entró un chibato
y
rodeando a la reo
y
cómpli–
ces, se desaparecieron todas con él del dicho lugar. Se le
acusó igualmente de que tenia un crucifijo metido dentro
de una almohadilla de costura
i
de que lo punzaba a veces
con alfileres, i de que reñia a cierta persona que vivía con
ella cuando rezaba las oraciones,
i
de que no queria recibir
plata con la señal de la cruz.
Pedro Gutierrez, mercachifle, residente en Trujillo, na–
tural de Toledo, cristiano nuevo, soltero, de veintiseis
años, fué testificado en Valladolid, de que él i su madre
eran judíos. Preso, en consecuencia, en el lugar en que vi–
vía i remitido
a
Lin1a, negó en absoluto los cargos que se
le imputaban, hasta que despues de haberse presentado
contra él la acusacion, declaró que poco ántes de salir de
Salamanca para Sevilla, su padre le babia llevado al cam–
po, siendo él nifío de quince años, i le dijo que solo podía
salvarse en la lei de 1\tloises, que siguiera siempre su fami- .
lia, enseñándole que cuando pudiese debia ayunar durante
veinticuatro horas contínuas. .Se le hizo cargo de que los
actos de devocion que le habian visto hacer, eran simula–
dos i solo en prevencion de lo que pudiese ocurrirle, ins–
tándole para 'que espresase la in tencion con que se habia
hallado cuand_o su padre le dió la leccion referida. Puesto
en el tormento de la mancuerda el
25
de junio de
1703,
11a la segunda vuelta, dijo ser verdad lo que decían los
testigos
y
que él lo había hecho. A la tercera vuelta, dijo
habia pecado como hon1bre miserable
y
pedia misericor–
dia, y que no babia confesado ántes la verdad porque era
pecador
y
el de-monio le había tentado. A la cuarta vuelta
dijo ser verdad hizo unos ayunos con su padre
y
madre,
en observancia de la ley de Moises, por habérselo dicho
su padre,
y
teniendo por cierto que ya dicha ley era la
verdadera,
y
falsa la de N. S. Jesucristo,
y
que los habia
ejecutado en compañía de su padre, madre
y
hermana, por
tiempo de dos años, viviendo en Salamanca, ántes de pa–
sar a Sevilla,
y
que no había hecho mas,
y
conocía habia