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LA INQUISIOION DE LIMA

ofrecer a las a.ln1as de los difuntos muertos sin bautiRmo,

a las cuales invocaban encendiendo una vela

i

pidiéndoles

señas para la certidumbre del efecto. En atencion a la

debilidad en que se hallaba el reo cuando se fallaba su

causa fué escusado de los azotes

i

desterrado a Concep–

cion por dos años.

Nicolas Ban, alias .Constantino, vecino de Conchucos,

griego, casado dos veces, que durante el curso de la causa

que por ésto se le seguía, confesó haber practicado la reli–

jion de su país, siendo por ello condenado a salir en auto

público de fe con insignias de polígamo, que abjurase de

formal i los errores confesados, admitido a reconciliacion,

i que fuese colocado por dos años en un convento, donde

rezase i ·oyese misa, 11en atencion a tener protestado que–

rer perseverar y morir en la fe que confesaba

y

enseñaba

la Santa Iglesia Romana. ,,

Margarita Gallardo, de veinte años, natural de Lima,

acusada de solicitar maestros de sortilejios, hablando con

la yerba coca i conjurándola, nombrando a Macarandon

i rezando treinte i tres · credos por el aln1a condenada.

Otras veces, .con n1aiz blanco i cocimiento de flores refre–

gaba el cuerpo de las mujeres que iban a solicitarla para

algun efecto amatorio. Parecieron cómplices suyos nueve

mujeres i un hombre menor de edad; confesó que era ca–

sada pero que no hacia vida con su marido, i que en un

principio, siendo muchacha, creía firmemente en todo lo

que hacia para sus conjuros i adivinaciones, i que despues

. se había desengañado de que todo era mentira, negando

haber tenido pacto con el demonio. Fué condenada en

9

de julio de

1702

a salir en auto de fe, con coroza e insig–

nias de sortílega, donde se le leyese su sentencia con mé–

ritos, abjurarse

de levi

i saliese a la verguenza, desnuda

de medio cuerpo arriba, por las calles públicas, lo que des–

pues le fué remitido "por fuertes motivos.''

Francisca Trujillo, mulata esclava, cocinera, soltera, de

sesenta años, convencida de algunos

a~tos

semejantes i de

que persuadía a las jentes a que se quitasen los rosarios del

cuello

i

que no invocasen a la Vfrjen María, i de que

echaba el zumo de la coca en un plato, donde veia como

en un espejo un indio, un tonto i un difunto, utodo a fin