CAPÍTULO XXI
213
Suarez de Figueroa al Consejo que se requerían en lo de
adelante ministros versados, de proporcionada edad, sa–
lud
i
fuerzas, que pudiesen aplicarse con eficacia al despa–
cho de tantos asuntos.
I..Ja resolucion que esta advertencia mereció no fué, sin
embargo, de las mas acertadas, ascendiéndose a inquisi–
dor a Ponte Andrade, i non1brándose en su lugar a Gas–
par Ibañez de Segovia, que había pasado al curato del
Callao, despues de servir el de Uhilca, rrdonde me retiró,
contaba, el deseo de abandonar el árduo camino de escue–
las
y
cátedras, que seguí por espacio de veinte años, vis–
tiendo la beca de colegial mayor de San Felipe el Real de
Lima, donde fuí dos veces su rector,
y
desde donde obtuve
la cátedra de Digesto vieJo en esta Real Universidad, que
regenté por tiempo de mas ele diez años
y
dejé por lograr
el estado sacerdotal que ansiosan1ente deseaba, en mas
quietud que permite la turbulenta fatiga de la palestra
literaria.,,
Junto con estos nombramientos entró la zizaña en el
seno del Tribunal. Los títulos de los nombrados eran de
igual fecha, pero Ibañez recibió el suyo de manos de un
pasajero i no por la via ordinaria de los galeones, siendo
admitido en el acto a jurar su cargo. Junto con esto, man–
dó Suarez de Figueroa· que se quitase a Ponte Andrade
su asiento en la sala i en la capilla, i que el receptor no
le pagase su sueldo. Llegó al fin el título a Ponte,
i
como
estaba tullido, hizo que como ántes solía acostun1brarlo,
le bajasen en una silla sus criados i que le colocasen. al
lado derecho del asiento que ocupaba Suarez, ántes de que
alguien llegase a los estrados para presenciar-el espectáculo
del mísero estado en que se hallaba. Suarez, que aquel dia
tenia anuneiado que no asistiría a la audiencia, fué lla–
mado ,en persona por Ibañez,
i
entrando al parecer mui
colérico en la sala, comenzó por decir que Ponte rrse baja–
ba al Tribunal sin mas ni mas."
Estos procedimientos de Suarez no tenian, sin embar–
go, mas objeto que obtener para su amigo Ibañez la anti–
güedad del título, que, ademas de las prerrogativas inhe–
rentes al cargo, le permitiría gozar de un aurnento de mil