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CAPÍTULO XX

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de sesenta años, que habia ido tres veces a España i dos

a Roma, yendo en la segunda preso por órden del Rei,

quien, por cédula o-ficial lo habia recomendado a la vijilan–

cia del Conde de Santisteban como sospechoso de inteli–

jencias con los enemigos de la real corona. Fué acusado

por diez testigos, que depusieron contra él, entre otras co–

sas, que 11deeia publicamente que las reliquias que tienen

los padres de la Compañía de

J

esus son huesos de gallinas

y de osarios

y

sepulturas,

y

que destos se venden muchos

en Roma,

y

que el sancto

lignum cTucis

que tenian di–

chos padres no era sino un pedazo de azabache, y las de-

·mas reliquias eran falsas. Que su vivir ha sido y es escán–

daloso, que no dice misa, ni la oye entre año, ni acude al

coro, ni reza las horas canónicas, come carne los dias pro–

hibidos, está continuamente amancebado, con nota y es–

cándalo de su religion, y a una amiga suya, en juéves

santo, la

prohibió.no

se confesase, diciéndola que quien lo

queria a él, no se había de arrepentir."

Mandado meter en cárceles secretas, con secresto de

de bienes

i

papeles, fué despues trasladado a la Recoleccion

de su Orden en Lima.

Pertenece ta.mbien a esta época un ruidoso suceso ocu–

rrido en Trujillo por los años de

1681.

Rabia en aquella ciu–

dad un convento de monjas, cuyos confesores eran los fran–

ciscanos, i como se dijese un <;lia que algunas de aquellas

estaban endemoniadas, ocurria el pueblo a verlas

i

sacerdo–

tes a examinarlas. Allí era de ver las contorciones, jestos i

saltos que hacian las poseídas, i de cómo hablaban en latin i

respondían por su boca los den1onios tales i cuales. Pero no

faltó un jesuita travieso que

persu~dido

de que todo aque–

llo era una bonita farsa para encubrir hechos escandalosos,

que bien pronto habian de traducirse en resultados ... se

presentase t.ambien a exorcisar a alguna de las endemo–

niadas. De paso para el convento, metió en una bolsita

que llevaba de antemano preparada, un estiércol de caballo

que encontró en él camino; hizo llamar a una de las monjas

que parecía mas atormentada, i colgándole al cuello la bolsi–

ta le dijo que bien pronto habia de sentirse aliviada, pues

allí se contenia una reliquia mui milagrosa que estaba des–

tinada a obrar maravillosos efectos en casos sen1ejantes;

TOMO II

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