220
LA INQUISICION DE LIMA
los hombres, usando de varios compuestos de yerbas olo–
rosas, 11 plateándoles despues (sic) las palmas de las manos
y
plantas de los piés
y
mojándolos con ungüentos de flo–
.res
y
zahumándolos con olores, los santiguaba, haciéndoles
la señal de la cruz y diciéndoles 11Palla Ingan para que tu–
Yiesen fortuna con sus galanes, y para el mesmo efecto
acostumbraba darles una hoja o penca de sabila plateada
y encintada, diciéndoles le encendiesen una vela los miér–
coles
y
hablasen y creyesen en dicha sabila; y tambien
daba la piedra iman aderezada para el fin mismo,
y
ase–
guraba a dichas mujeres tenia una imájen de Nuestra Se–
ñora, la cual desnudaba y dormia con ella
y
la hablaba,
y
dicha imájen con el rostro. la decia lo que había de ha–
cer." Confesó que en una ocasion, invocando al demonio, vió
el bulto de dicha imájen sobre un bufete de la cocina don–
de ·asistia, estando ántes aquella :¿trrimada a la pared; i
añadió que hallándose otra vez cerca del fogon, mui afliji–
da, una noche invocó al diablo con todo su corazon, con
ánimo de entregarle su alma, viendo descender entónces
por la chünenea un bulto que le pareció ser un zambo es–
clavo de la casa, i que tratando de apartarle del fogon para
que no se quemase, tocó unos cuernos i asustada cayó en
tierra.
Josefa Mudana, cuarterona de mestiza, casada, sin ofi–
cio, natural de Lima, de treinta años, que:'se juntaba con
otros cómplices los viérnes en que habia luna llena, i reci–
tando la oracion de Santiago i santa Marta, les, refregaba
los cuerpos con membrillos, diciendo, "Venid fortuna."
María de Almeicla, casada, vecina del Callao, natural de
Tacunga, que variaba las fricciones con ají, no permitien–
do que sus clientes guisasen la comida con sal ni manteca;
"Y
para los mismos efectos, aderezaba muñecos ele cera cla–
vados con alfileres,
y
retratos de los galanes, y de cierta
agua que componía de polvos de murcüHagos tostados con
aguardiente
y
cocimientos de yerbas, la noche de San
Juan;
y
para destruir maleficios, se valia del zumo del ta–
baco
y
otros ingredientes."
Cecilia de Castro, zamba, .del Cuzco, de treinta
i
seis años,
maestra de sortilejios para fines amatorios, que ejecutaba
unas veces mascando la coca i hablando sobre ella secreta-