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LA INQUISICION DE LIMA
res i la persuadió a que se viese con él a solas en un sitio
· que le indicó.
El testigo octavo era
un~
relijiosa., que depuso que ha–
llándose en ilícita amistad con cierto sujeto, (segun parece
ántes de profesar) se c.onfesó con el reo, quien le aconsejó
que abandonase a su amante 11por no poderla remediar,
y
que habiendo ido de visita a su casa, la gozó lascivamen–
te, dejándola ocupada de una hija que parió."
Morante que habia salido de Piura mui niño para entrar
en Lima en la Con1pañía a los trece años de edad, despues
de ordenarse, estuvo empleado en Guamanga i Trujillo.
Llevado a la cárcel a consecuencia de las denunciaciones
indicadas, se enfermó a poco, siendo a causa de ésto colo–
cado en casa del alcaide i posteriormente en el Noviciado
de su Orden. En sus confesiones, dijo ser verdaderas la
mayor parte de las deolaraciones que obraban contra él,
limitándose en su defensa a decir que algunas de sus acu–
sadoras, eran mujeres públicas, circunstancia que no pudo
acreditarse sino de dos o tres: saliendo condenado a que
oyes.e la lectura de -su sentencia en presencia de los secre–
tarios del secreto, a que abjurase
de levi,
en privacion per–
petua de confesar mujeres, i en destierro del Cuzco por
seis años, amen de algunos ayunos i rezos.
José de Buendía, jesuita, profeso de cuarto voto, natu–
ral ele Lima, de sesenta i seis años, fué denunciado de las
solicitaciones, hechos i proposiciones siguientes:
Una beata dominicana de buena opinion, depuso que
siendo el reo su confesor, en el 1nismo confesonario, ántes
· de comenzar el acto, la solicitó e instó a que 11cayese11 con
~1,
diciéndole que confesándose con él, estaria guardada
su honra, que era voluntad de Dios cayese con él, a fin de
que tuviese que llorar i ser como San Pedro, lo que le
mandaba debajo de obediencia, como su padre espiritual
que era; i que haciéndole ella cargos de cómo estando con–
sagrad~
a Dios i habiendo hecho voto de castidad la que–
ría perder, la replicó que no era Santa Teresa ni Santa
J
ertrudis, ni sabia si Dios habia aceptado su voto de cas–
tidad, ni que Dios tenia honra; que no importaba que una
beata saliese por las calles con el vientre abultado, i que
así su resistencia era soberbia, etc.