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CAPÍTULO XXI

229

i

dos años, denunciado por veintisiete de sus confesadas,

cuyas declaraciones estractamos tomando algunas al acaso.

El testigo primero, mujer española, soltera, denunció

de este reo en

24

de agosto de

1693,

que confesándose con

él, estando enferma, le tocaba el rostro i pechos i en otra

ocasion sus partes verendas, i porque ·se esquivaba la decía

que si no habia conocido cuando la confesaba cuanto la

quería, 11y que en la misma forma, agrega la declarante,

la continuó visitando cuatro o cinco veces, en las cuales la

dijo varios amores y la osculó

y

la instó a que le tocase

usq/ne ad pollutionen¿ habere,

y

refirió otras cosas perte–

necier~tes

a sensualidad que le habían pasado con él inde-

pendientes

a confetione.

"

,

La

testigo tercera, mulata, casada, declaró que habien–

do ido al colejio de San Pablo, por llamado de Morante,

le halló sentado en un confesonario, donde la hizo hincar

de rodillas, i puesta en esa forma, le significó le babia pa–

recido mui bien, con otras palabras en órden a enamorar–

la, citándola para verse con ella en aquel sitio i forma

otras veces.

Al dia siguiente de prestadas estas declaraciones, com–

pareció espontaneamente el reo a denunciarse, i habiéndo–

sele hecho cargo de que se presentaba dos meses despues

de sucedidos los hechos que quedan referidos, respondió

que lo hacia porque en casa de las susodichas se hablaba

de lo sucedido, segun habia sabido.

·

·La testigo sesto, española, 1nenor de edad, doncella, es–

puso que el jesuita era su confesor i que en el confesonario

le había puesto la mano sobre los pechos, diciéndola: 11có–

mo te ·va, hija. Tienes escapulario?"

i

despues, pasándola

la mano por sobre el vestido le habia dicho cómo estaba

tan gorda haciendo tantas penitencias;

i

que algunas ve–

ces,

aca~ado

de confesarla, intentó levantarle las puntas

del manto para verle el cuerpo,

i

otras llegaba su rostro a

la de la testigo, tratándola cariñosan1ente.

El sétimo, m.ujer menor, doncella, declaró que el padre

le habia metido la mano en los pechos en el confesonario,

i

que habiéndose con ésto retirado, la buscó en su casa,

·citándola para la igl€sia, donde la volvió a hablar de amo-