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CAPiTULO IX:

179

rase su ausencia. Torres partió en efecto,

i

tan acelerada–

meate por la prisa que le daba el obispo que ni siquiera

tuvo tiempo de dar cuenta del puesto que estaba desem–

peñando, logrando que a poco de su llegada el Rei le con–

cediese la chantría de

1~

nueva diócesis en que servía.

Cuando se trató de nombrar comisario, los inquisidores

escribieron al obispo, pidiéndole les recomendase alguna

persona, logrando esta distincion su provisor, que para

aceptar la nueva comision tuvo que renunciar su cargo.

Mas cuando en desempeño de su nuevo oficio, pidió al

Ordinario los procesos de fe, le contestó que no exis–

tían, espresándose así espuso Torres al Tribunal, 11porgue

tocaban a amigos suyos

y

hombres que han procurado se

quemen los procesos." Luego le quitó el curato

i

le man–

dó que en el término de veinte

i

cuatro horas exhibiese

la sentencia recaída en el juicio de residencia de la.vicaría

de Arequipa que el Obispo sabia demasiado bien que no

existía, i como Torrés espusiese esto mismo, le separó del

curato

i

la chantría,

i

dando por razon que el comisario

se habia desacatado, le escomulgó; por lo cual Torres tuvo

que marcharse a Lima a dar cuenta de lo que le pasaba

15

Así, como con razon podian constatarlo los Inquisidores,

de la mayoría de los prelados, solo el Arzobispo del Nue–

vo Reino de Granada 11habia estado bien en dar los pro–

cesos," apesar de las instancias que le hicieron los oidores

para que los despachos del Trjbunal no fuesen a manos del

comisario

16

En resúmen, declaraban Ulloa

i

Cerezuela,

i

ciertanl~..n­

te que podían decirlo con verdad despues de lo que se ha

visto, •tlos ministros de la Inquisicion son aborrescibles

a los jueces reales y prelados desta tierra;

y

lo que deci–

mos de que los jueces reales usan rigor

y

malos términos

con los que tienen nombre de nuestros ministros, llega a

tanto, que aunque siempre procuramos que ellos sean

15.

Ca1·ta

de los Inquisidores de 3 de abril de 1581.

16.

Ulloa

i

Cerezuela no dejaron sin castigo este amago de resisten–

cia,

i

como por via de noticia, enviaron a decir a España que uno de

ellos el Dr. Cortes de Mesa, «cortaron la cabezapor sus delictos, estan–

do primero infamado,

y

aun dicen que convencido del pecado nefando..,

Oarta

citada de 3 abril.