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CAPÍTULO

IX

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· I con esto los Inquisidores, atreviéndose al Prelado, co–

n1enzaron a recibir testificaciones contra él, que no califi–

caron por no caber dentro de sus facultades, pero que en

primera oportunidad re1nitieron a España, agregando, por

via de recomendacion, 11ha sido tan áspero el Obispo en

su gobierno y tan codicioso que no poco escándalo se tie–

ne desto.

n

13

Los términos en que el Tribunal se encontraba con el

obispo de Tucuman, Fr. Francisco de Victoria, no eran

tampoco mas cordiales, pero por opuestas razones. Des–

pues de haber estado mucho tiempo en Potosí udetenién..

dose en cosas desconvenientes, desde allí eseribió, espresa–

ban los Inquisidores, muchas cartas al gobernador de

aquella ·prov1neia y a otras personas sobre cosas e interés

de cual podía mas, y en todas sus cartas amenazaba con

el Santo Oficio y que lo haría traer preso a él y quen1ar

y

que llevaba recaudo

y

con1ision para ello, siendo todo al

contrario .... Despues que tuvo veinte mill pesos y mas,

dejó a Potosí .... y llegado a aquella tierra., prosiguió en

sus amenazas con el Sancto Oficio llamándose inquisidor

ordinario, .... y en este caso hay muchas informaciones

contra él

y

cartas suyas donde lo dice, y dice tambien

que había citado al dicho gobernador y algunas personas

13.

Carta

de 3 de abril de 1581. Los inquisidores tomaron como base

de la informacion contra el Obispo una carta. que les dirijió Quiroga, con

fecha de

16

de jnnio de

1581,

en que,entreotrasmuchas cosas, le acu–

saba

de

habercammdo la muerte de un canónigo llamado Juan de Vera,

teniéndole en un Hposent.o sin luz muchos meses, en el cepo

i

con

gri–

llos, de dia i de no )he, ((por escurecer las cuentas de la Iglesia

y

que–

darse con toda la plata.» Lartaun murió en Lima por el mes

de

octubre

de

1583.

Qniroga era un hombre de mas de setenta años, natural de Medina

del Campo,

i

vino al fin a perder el oficio de nua manera tan curiosa

corqo trivial. Hallábase de correjidor de Arequipa Pedro de Córdova

i

Mexia, sujeto de campanillas, i habiendo llegado a la ciudad ciertos có–

micos quiso que le diesen una representacion; pero como las piezaB de–

bían examinarse primero por la

1

nquisicion, Quiroga, con cierta arro–

ganda, dijo qne no daria, su aprobacion sino se representaba primero

en su casa, como en efecto se hizo, con asistencia de alguna jente. Se

agravió de

e~ to

el correjidor i se q11ejó al Virrei, quien obtnvo de Gu–

tierrez de Ulloa que separase a Qniroga de su puesto.

Carta

del Inqui–

sidor de 22 de febrero de 1583. En su lugar se nombró al mismo Luis

de Armas, a quien acabamos de ver pt·ocesado por ausiUador del Obispo.

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