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LA INQUISICION DE LIMA

se acuerda, y que fueron ántes de la confesion. Confiesa,

asimismo, que enbiándole a llamar la dicha doña

J

eró–

nima de Horozco con su mismo marido, estando ma–

la en la cama, ella le representó el aficion que le tenia,

de quo libídine, accensus ic eam comprimere voluit, cum in

lecto jaceret, sic pollutionem habuit priusquam eam tan–

gere potuisset;

y

que dubdava si el Inarido le oviese lla–

mado para que la confe·sase; e dize que a ymaginado

si acaso se le a ynputado aver solicitado a doña María

Pi9arro en la confesion, y lo que en esto se acordava hera

que muchas vezes la procuró de acariciar para que se con–

fesase, porque se entendía públicamente que no se queria

confesar,

y

que entendía que por aver dado a la dicha do–

ña María con una disciplina muchas vezes, estando ella

desnuda en la cama con su camisa

y

jubon, avia resultado

culpa contra él, lo qual hazia por parescer que aprovecha–

va para que ella se reduxese a nuestro Señor,

y

así lo

aeonsejavan los que estavan allí, y entendió que se solia

hacer en semejantes exorcismos. Yten, confiesa questando

en Sevilla para pasar al Perú, estando en el collegio de la

Compañía, cierto padre tenia dos o tres casos acerca del

edicto del Sancto Officio que trata de la solicitacion en el

acto de la confision que comunicar,

y

el rector, que sella–

mava Fonseca, juntos todos los padres de aquel collegio,

y

propuso los casos para que le diesen sn parescer si avían

de ser denunciados al Sancto Officio o no,

y

venido a ques–

te reo diese su parescer, dixo que no le parescia que heran

aquellos casos de los que el edicto mandava denunciar, y

se acordava aver dicho una palabra mal dicha que fué que

aquel padre no porfiase en dezir que aquellas cosas heran

de las comprendidas en el hedicto; pues no heran dentro

de la confision, no sabia quan justificado estava el edicto,

lo qual avía dicho con cólera,. Respondiendo a la acusa–

cien, cuenta muy largamente todo lo que pasava en aque–

llos conjuros,

y

como se rregian por lo que la dicha doña

María dezia que dezia el armado,

y

cómo dezian que hera

el ángel de la guarda, y que él la exorcissó muchas y di–

versas vezes, y que su provincial se lo mandava,

y

ántes

de ser preso, como dos años, en cierta declaracion que hizo

en este Sancto Officio, escripta de su m.ano, confiessa que