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CAPÍTULO V

111

ra que aquél

i

sus cómplices se comunicasen en las cárce–

les: por cuyos hechos se le condenó a salir en el auto en

forma de penitente, a ser degradado de las órdenes que

tenia recibidas,. a sufrir doscientos azotes por las calles

públicas, en hábito de lego, i a galeras perpetuas, al remo

i

sin sueldo.

Era tambien mercedario Fr. Juan de Bustamante, na–

tural de Ttujillo del Perú, preso en Guánuco en

1574,

i

condenado en penas análogas, sin azotes ni galeras, por

haber oido de penitencia, dicho misa sin ser ordenado, ny

por traer consigo ciertos cuadernos escritos de mano, en

que babia escritas muchas cosas supersticiosas y que traian

sospecha de invencion y pacto con el Demonio, y que te–

nia una sortija de plomo con ciertas letras y carácteres

que decia que aprovechaba para que cualquier mujer, to–

cándola con ella en el manto, se muriese por el hombre

que así lo hiciese." Habiendo sido trasladado por enfermo

al hospital, fué denunciado por un testigo na quien le ha–

bía dicho que le buscase ciertas yerbas, y preguntándole

qué para que eran, le habia respondido que para hacer

un unguento llamado nvolitonilon para bien querer; y

que el testigo le habia llevado las cosas que le habia pe-

1dido, y el dicho Fr.

J

oan habia hecho el unguento y le

habia dado un poco de ello, diciendo que era bueno de

hombre para h ... y de hombre para mujer; y que, asi–

mismo le habia dicho el dicho Fr.

J

oan que él sabia hacer

una 'haba morisca, con la cual se podia hacer in visible,

puesta debajo de la lengua, y entrar por una requebradu–

ra de una puerta, y que deseaba hacerlo para entrar en el

Santo Oficio y tomar su proceso .... "

Antonio Estacio

i

Miguel Hernandez, que estaban con–

denados, entre otras penas, a dos mil cuatrocientos pesos

de multa; i el doctor Aglestin Valenciano de Quiñones,

natural de Leon i vecino del Cuzco, que habia sido tes–

tificado de que diciéndole una persona que cierto predi–

cador habia afirmado en un sermon que Jesucristo era

imájen i figura del Padre, respondió que se engañaba en

aquello; i de que guardaba un libro en que se decia que San

José, ántes de su desposorio con la Vírjen, había sido ca–

sado i tenido dos hijos. Un fraile teólogo le denunció,