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INQUISICIÓN DE CHILE
Por solicitantes fueron también presos en San–
tiago, á mediados de 1580) Guillermo de Villa,
clérigo; poco antps los franciscanos Fray Diego
'l'enez ó Atenez, de más de cincuenta años, que
habiendo ido al Perú en busca de frailes de su Or–
den fué denunciado en Lima en Marzo de 1575, y
tres años más tarde en Santiago, cuya causa se
mandó suspender por orden del Consejo mientras
sobrevenía más probanza;l3 fray Pedro Melgar que
se fué á España, denunciado también en Santiago
y en la misma fecha por una madre,
á
nombre de
su hija, niña de trece años ele
edad,ll
con cuya
causa sucedió otro tanto.
l<ts iglesias parrochiales, atento á que no estab<t infamado pública–
mente de este delicto de solicitar
in actu, con(esionis,
y
pasados los
ocho a!'ios, su edad no ser<\. poca, y dir\ muestras de que habrá en–
mienda." Pablo García, el famoso secretario de la Inquisición, puso
de su letra esta nota, en respuesta á lo que decía el Tribunal de
Lima: «Que sin embargo guarde lo que está ordenado y se le mande
que perpétuamente no confiese mujeres." Y así se hizo.
Cuando Cobertas murió, otro fraile de su Orden llamado fray Jeró–
nimo Peila, hizo que un indio lavase el cuerpo del difunto, y que en
seguida le vistiese el hábito de Santo Domingo, lo que le valió un
proceso inquisitorial pan averiguar si eso lo había hecho «por cere–
monia,, que, «sabida la calidad del reo, decía uno de los Inquisidores,
se podrá rastrear."
Contemporáneo de este reo fué un fraile f1·anciscano de su mismo
nombre á quien Nicolás Antonio,
Bib. Hisp. nova,
Il, 680,
atribuye
un libro Intitulado
Remedio de pecadores,
Alcalá,
1572, 12.o,
noticia
repetida por don Juan Catalina García, en -su notable
Ensayo
de
una
tipog,·afía complutense,
pág.
148.
13
La testigo expresó, preguntada acerca de la opinión en que se
hallaba el confesor, uque tenía fama de muy siervo de Dios.,
11 'cuando ocurrieron los hechos materia ele la testificación, la niña
no contaba aún diez años. La madre dice que upo el caso porque
su hija «Se tardó mucho en el confesonario y dió nota de ello en
1;¡,
dicha iglesia á los que la vieron entrar en el confesonario y se lo di–
jeron
á
esta testigo, en especial Sancho de Ribera y una mujer, di-