CAP. XII-NUEVOS PROCESOS
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blo, y con el diablo andaba y que con el diablo iba
y que lo llevase el diablo, y reiteró las dichas blas–
femias; y otras muchas veces dijo que no quería
ir con Dios ni con sus santos al cielo sino con los
demonios al infi erno, y que aqueJlo apetecía.
Visto el negocio en consulta fu é condenado el reo
á que se le diesen doscientos azotes en Lima, con
una mordaza en la len gua, y otros tantos en San–
tiago, en la misma forma. Tres días después de
haberse pronunciado esta sentencia
:1.
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de Agosto
de 1581 ) testificó al reo una muj er en el Tribunal,
diciendo que dos negros le refirieron que el reo
había dicho que el confesor no estaba en lugar de
Dios, sino :que era otro hombre como él al tiem–
po que estaba confesando, y que los otros negros
le decían que mentía, que estaba en lugar de
Dios.
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Pedro Troyano, natural de la isla de Chipre, re–
sidente en Santiago, se denunció ante el Comisario
de que ha11R.nclose en cierta estancia, contando él y
un Damián Pérez la multiplicaci ón del ganado, pa–
reciéndole que ésta era'poca, dijo que al fin de cuen–
tas, salía perdiendo en el negocio en que se halla–
ba interesado, por los hurtos que suponía le hacía!}
un negro y su muj er. Esta que era una india
y
que
oyó lo que decía Troyano , arremetió contra él y le
echó mano á las barbas, por lo cual Troyano se
embt'aveció exclamando: «t'eniego de Dios. »
16 Con referencia á este ¡Jl'occso, Ruíz de Prado derlaraba: «No se
examinaron los testigos, ni se hizo más diligencia, como se debía ha–
cer, ni hay claridad en el proceso ele cuando se invi6 de Chile, ni
si ejecutaron allí los azotes, ni ckmás de lo que aquí se hace rela–
ción. "